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Channel: Vaig a Peu - Buscando Nuevos Senderos
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RUTA FLUVIAL POR EL CAÑÓN DEL RÍO SIL

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El Cañón del Sil es sin duda uno de los parajes de la geografía gallega más interesantes para visitar. El impresionante contraste de las rocas y vegetación hacen de su recorrido un inmejorable placer para el visitante, un paseo en catamarán por el río nos hará disfrutar al máximo de su belleza. Bien desde el cauce del río, bien desde los miradores que podemos encontrar en lo alto de las montañas nos ciega la belleza de este paraje natural. Un microclima especial hace que podamos contemplar vegetación incluso mediterránea como pueden ser los olivos. La riqueza monacal del cañón del Sil transforma el viaje en una experiencia cultural e histórica inigualable, el Monasterio de Santa Cristina es un ejemplo de lo que fue esta zona en tiempos pasados, uno de los rincones que no pueden faltar en la visita al cañón. Comprende la ribera de los ayuntamientos ourensanos de Nogueira de Ramuín y Parada de Sil y en los lucenses de Pantón y Sober. Los límites del cañón del Miño y, sobre todo, de la Ribeira Sacra son mucho más amplios. El río formó a lo largo del tiempo profundos cañones, que en los más abruptos desfiladeros del Sil llegan a los 500 metros de profundidad. Son fracturas graníticas entremezcladas de bosques autóctonos por todos los rincones. A pesar del fuerte desnivel medio, el paisaje está humanizado con bosques y cultivos de viñas por medio de balcones (terrazas de bancales) en las laderas de solana. Es de admirar la difícil vendimia en las pendientes donde la espalda de cada uno sigue siendo el único sistema, excepto pequeñas ayudas modernas de mecanización por medio de raíles. Son reputados desde tiempos romanos los vinos de Amandi y la variedad de uva autóctona, mencía. La Denominación de Origen Ribeira Sacra comprende cinco subzonas: Chantada, Quiroga-Bibei, Amandi, Ribeiras do Sil y Ribeiras do Miño. Designada en 1997 y con más de 2.000 viticultores dedicados a su producción, entre sus variedades destacan por ejemplo la Oureira, Treixadura, Godello, Dona Blanca, Albariño, Torrontés, Mencía, Brancellao o Merenzao.  Está documentado el nombre de Rivoyra Sacrata para referirse al refugio de monjes y eremitas desde tiempos de los suevos en las gargantas fluviales del Sil y del Miño. Hasta una docena de monasterios, la mayoría pasados a la regla benedictina y luego exclaustrados, asentados en parajes que invitan a la reflexión. Aquí los límites de la tierra son tan imprecisos como los del cielo. Nadie sabe dónde empieza y dónde acaba la Ribeira Sacra. En el siglo IV arraigó aquí, con gran fuerza, la herejía del priscilianismo (Prisciliano era un obispo de Ávila, pero de origen gallego), un movimiento que predicaba entre otras cosas el retiro espiritual, la austeridad, la pobreza y, en definitiva, la huida del mundo. Y para eso pocos lugares se pueden encontrar mejores que la Ribeira Sacra, que debió ver en esos primeros siglos del cristianismo la llegada de ermitaños de todas partes. Se dice, por cierto, que Prisciliano está enterrado en uno de los templos más esotéricos e insólitos de Galicia: el templo subterráneo de Santa Eulalia de Bóveda, al norte de aquí, en Lugo. Pero el momento de esplendor de la Ribeira Sacra ocurrió entre los siglos X y XIII, cuando estos paisajes se llenaron de monasterios, con el relevo de la orden Benedictina. Oraciones y cánticos inundaban estos valles profundos y escarpados, y sus ecos han quedado grabados en monasterios, alguno de ellos en un terrible estado de abandono…
CÓMO LLEGAR: Desde Monforte de Lemos por la LU-903 hasta el Club Fluvial de Doade. En estas fechas hay dos salidas, una por la mañana a las 11:00 horas y la otra por la tarde a las 16:00 de miércoles a domingo inclusive. Los billetes se pueden reservar en el teléfono 982 260 196 o en el mismo catamarán 20 minutos antes de la salida. La duración del trayecto es de unas dos horas, una de ida y otra de vuelta.

Teníamos preparada para esta tarde la ruta de las pasarelas del río Mao, pero esta mañana al pasar por el embarcadero del Club Fluvial de Doade hemos pensado en la posibilidad del trayecto en catamarán. Sabíamos los horarios pero no teníamos reserva, por lo que habría que llegar veinte minutos antes de la salida.

Terminada la ruta por el Cañón del río Mao en San Lorenzo de Barxacova decidimos hacer la ruta fluvial. Vamos algo apretados de tiempo pero lo intentamos, nos apetece un paseo en catamarán. Las carreteras aunque sin tráfico, son la que son; llegamos cinco minutos antes de la salida, pero tenemos plaza.

La amable guía nos dice que tenemos tiempo para quitarnos las botas de montaña, ir al servicio y comprar unos refrescos en la cafetería. Genial. Este miércoles hay poca gente, somos unos veinte y va a utilizar la embarcación pequeña, pero si hubiese reservado plazas algún autobús turístico, quizás no lo hubiéramos conseguido.

Las plataformas del embarcadero interrumpen la corriente del río haciendo que se acumule algo de basura, aunque realmente el tramo que vamos a navegar está represado. Subimos a la embarcación. Los asientos son libres y podemos estar protegidos en el interior o subir arriba tomando el sol y el aire.

Hace una tarde preciosa por lo que elegimos estar arriba aunque llevamos en las manos los cortavientos. Comienza la travesía. Esta mañana hemos parado más de una vez para asomarnos a los miradores  y contemplar el río y los viñedos, pero ahora a ras del agua, es realmente impresionante.


Pese al ruidoso motor de la embarcación logramos abstraernos en nuestra observación de las laderas. Vivos colores de otoño que van del verde-amarillo-ocre-rojo motean el paisaje, destacando pequeñas manchas o rodales de tonalidades más intensas. La guía se esfuerza con el micrófono pero apenas la oímos.

Nos habla de las distintas variedades de uva y de “viticultura heroica” por el gran esfuerzo y trabajo que realizan los viticultores en estas inclinadas laderas, algunas de una verticalidad increíble. Antiguamente todo se hacía a mano y en la vendimia la uva se cargaba en cestos a la espalda para remontar las laderas.


Ahora se han instalado estrechos raíles para vagonetas que hacen el remonte hasta arriba, pero lateralmente hay que seguir transportando en cestos a la espalda hasta las vagonetas. El trabajo es duro y la producción reducida, pero vale la pena pagar un poco más por estos excelentes caldos.


A estas horas todavía hay gente trabajando en las soleadas laderas, haciendo trabajos de limpieza y laboreo. En algunas parcelas vemos los cajones de colores que contienen colmenas que producen rica miel de la zona, y varias fincas tienen en diminutos embarcaderos varadas embarcaciones.


También observamos el vuelo de algunos patos o su alborotado amerizaje en las tranquiles aguas del río. Pasamos por debajo del Monasterio de San Cristina y nos acercamos al de San Estevo de Ribas de Sil. Las laderas se tornan más abruptas y rocosas desapareciendo los viñedos.


Varias de las formaciones rocosas parecen curiosas figuras que han bautizado con distintos nombres, según la imaginación popular, el monje sentado, el dedo de dios. Antes de llegar a San Estevo la embarcación comienza a maniobrar para dar la vuelta e iniciar el regreso al embarcadero.

Entramos en la umbría y la ligera brisa hace que nos abriguemos, la última parte del recorrido la hacemos protegidos en la cabina interior. Ha sido una bonita experiencia, cambia mucho el contemplar los viñedos desde esta posición. Al ser el primer día estamos crecidos y nos planteamos hacer otra excursión cultural.



CASTILLO DE CASTRO CALDELAS

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Después de la ruta fluvial por el Cañón del río Sil y aprovechando que las tardes alargan en el norte, continuamos camino hasta Castro Caldelas para hacer una visita turística al bonito pueblo y su histórica fortaleza.
CÓMO LLEGAR: Desde Monforte de Lemos tomar la LU-903, en Doade después del embarcadero, continuar por la OU-903 para en unos 9 km llegar al centro de Castro Caldelas

La fortaleza de Castro Caldelas se encuentra en la provincia de Orense, en el municipio de Castro Caldelas a 47 kilómetros de la capital. A la fortaleza se llega por una calle empedrada desde la misma plaza de la población. Como en otros importantes pueblos gallegos, la historia de Castro Caldelas se inició en su castro celta y en la posterior fortificación superpuesta sobre el primigenio poblamiento, sobre la que se levantó a finales de la Edad Media, el magnífico castillo en torno al cual creció la actual villa.

Las primeras referencias que se conocen de esta comarca, con su nombre actual, se remontan al siglo IX. Durante el siglo X la familia Gutier Menéndez se hizo con las tierras de Caldelas. La época medieval fue de gran esplendor. Así, en el siglo XII se convirtió en villa de realengo gracias a los fueros que le concedieron en 1172 Fernando II, Emperador de Galicia, León y Asturias, y en 1228 Alfonso IX.

En el siglo XIV pasó a manos de don Pedro Fernández de Castro por donación del rey Alfonso XI, aunque pronto pasaría a manos de los condes de Lemos. El castillo de Castro Caldelas fue testigo de episodios históricos tales como las Guerras Irmandiñas, entre las que la tradición oral sitúa al propio Mariscal Pero Pardo de Cela, así como del asentamiento de una importante colonia judía, cuyas lápidas funerarias son hoy apreciables en el centro del pueblo.

Buena parte de la fortaleza fue derribada durante las Revueltas Irmandiñas, siendo reconstruida por don Rodrigo Enríquez Osorio, conde de Lemos, a costa de aumentar considerablemente los impuestos a los vecinos, situación que motivó pleitos entre el concello y el conde en la Audiencia de Valladolid, que fueron por fin resueltos en 1534 por el rey Carlos I a favor de los vecinos.

Durante la Edad Moderna, la abigarrada fortaleza se convirtió en una construcción renacentista de carácter marcadamente palaciego. El último episodio militar que protagonizó el castillo fue durante la Guerra de la Independencia, el ataque dirigido por los caldéanos al 15º regimiento de la división del general Marchand, quien como represalia mando incendiar la villa y el castillo, perdiéndose en dicho incendio importante documentación sobre la historia de la comarca. A partir de 1794 el señorío de Lemos se incorporó a la casa de Alba a través del XVIII conde de Lemos, Carlos Miguel Fitz-James Stuart. El edificio estuvo habitado hasta el siglo XIX por Sol Stuart, pariente de los Duques de Alba.


En la actualidad está declarado Monumento Histórico-Artístico bajo la protección de la Declaración genérica sobre el Patrimonio Histórico Español. Su restauración es parcial, y están en estudio los restos recientemente encontrados en el subsuelo, por lo que podréis encontrar algunas zonas cerradas al público o con escombros. Las dependencias que rodean el patio de armas encierran muestras de objetos ligados a los modos de vida tradicionales de la comarca; se conserva un bonito telar e incluso en la parte de fuera una catapulta.


Regresamos a Monforte de Lemos. Para ser el primer día ha sido completísimo, doce horas intensas. Tras una buena ducha nos encaminamos a otro cercano restaurante recomendado. Sencillos pero exquisitos platos de la Galicia interior rociados con un buen caldo de mencía y a reponernos para mañana.

DEL MONASTERIO DE SANTO ESTEVO A LA ERMITA DE SAN XOÁN DE CACHÓN, RIBEIRA SACRA.

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El Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil fue fundado por San Martín Dumiense entre los años 550 y el 555. Su etapa de esplendor se inicia en el siglo X, bajo la autoridad del abad Franquila. Durante ese siglo y el posterior, las virtudes del monasterio atraen a nueve obispos. Este episodio fue reflejado en su escudo, en el que figuran nueve mitras. De forma similar a lo ocurrido con otros claustros, también sufrió los efectos de la Desamortización de 1835. En 1923 recibió el reconocimiento de Monumento Histórico-Artístico. Junto con los de Oseira y Celanova está considerado como uno de los más importantes de Ourense. Su estructura y decoración cuenta con elementos románicos, góticos, renacentistas y barrocos. La fachada, un conjunto de gran interés, pertenece a este último estilo. La puerta está situada en el centro, rodeada de una moldura de decoración geométrica. Encima se apoya un frontón, y sobre él una balconada. La parte superior se culmina con el escudo de la España imperial. A los lados de la puerta, entre columnas toscanas, están situadas dos imágenes de santos benedictinos. Por encima de ellos vemos el escudo de la Congregación de Castilla (a la derecha) y el del monasterio (a la izquierda). Este monumento está organizado alrededor de tres claustros. El más antiguo, llamado de los Obispos, es románico. Entre sus muchos detalles, destaca la bóveda de nervios del cuerpo superior. Los otros dos claustros, también de gran belleza, son renacentistas. La iglesia, de origen románico y planta basilical, tiene dos torres de campanario a los lados. En su interior se guarda, aunque inicialmente se encontraba en el mayor de los dos claustros renacentistas, un altar de piedra de gran tamaño que representa a Jesús con los apóstoles. Los retablos, renacentistas del siglo XVI, muestran escenas del Nuevo Testamento. Hoy en día es un hotel, Parador de Santo Estevo.
CÓMO LLEGAR: Desde Monforte de Lemos tomar la carretera N-120 Logroño-Vigo. Salir por la izquierda con dirección a la C-546 con indicaciones para Peñalva. Cerca de A Pereira girar pronunciadamente a la izquierda para tomar la OU-555, en Luintra, girar a la izquierda por la OU-508 dirección Parada do Sil hasta Pombar donde hay que girar a la izquierda para llegar al Monasterio de Santo Estevo.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: MONASTERIO DE SANTO ESTEVO / VISTA DEL MONASTERIO / ERMITA DE SAN XOÁN DE CACHÓN / CARRETERA / TOMAR SENDA A LA DERECHA / MIRADOR MONASTERIO / MONASTERIO DE SANTO ESTEVO.

LA RUTA: Hoy vamos a realizar dos rutas por los monasterios más prestigiosos de la Ribeira Sacra, el de Santo Estevo y el de Santa Cristina. Tras un buen desayuno salimos temprano. Además de los datos informativos que traemos nos está siendo muy útil el GPS del móvil para llegar a los lugares de inicio de las rutas.

De camino a Santo Estevo nos hemos detenido en dos preciosos lugares, el primero al ver un grupito de hayas en pleno esplendor otoñal, entrando a un pequeño recinto alfombrado de hojas caídas, donde había una Ermita con uno de sus laterales cubierto por una hiedra de color rojizo y un desvencijado banco invadido por el musgo.

El segundo lugar ha sido en un mirador, poco antes de cruzar el puente sobre el río Sil, con preciosas vistas a un encajonado cauce de aguas no remansadas. Hay un poco de bruma o niebla que le da un halo misterioso al paisaje. Llegamos a nuestro destino y aparcamos en la cuesta de bajada al Monasterio.



Iniciamos desde el aparcamiento, en lo alto de la cuesta, junto a unos castaños de enormes troncos. Este es quizás el punto más elevado de la ruta. Enseguida tenemos un mirador para contemplar el Monasterio desde arriba. La niebla lo envuelve todo, solo nos falta escuchar los canticos monacales.

Llegados al nivel del Monasterio seguimos por la izquierda, dejando su visita para cuando terminemos la ruta. Tras unos carteles informativos todo cambia por completo, entramos en la Galicia rural. Bajamos por unas escaleras junto a una casa de campo con su pozo, su huerta y sus macizos de flores.


Tras un trecho de pasarelas con troncos de madera pasamos al bosque húmedo, souto ou castiñeira, ayer paseábamos entre viñas y hoy es un fantástico paisaje otoñal. El sendero está mojado y jalonado de pequeños troncos para que el agua no lo desmorone. La niebla no se llega a disipar del todo.


Se estabiliza el sendero con largos tramos llanos entre castaños, robles y alcornoques que han moteado el piso con la hojarasca caída. Grupos de helechos se resisten a secarse en otoño, intentando mantener el verde intenso sobre el ocre-marrón  de estas fechas, metidos en una vegetación descuidada y salvaje.

Atravesamos una zona con humedad persistente, cerca de una edificación de dos plantas abandonada, quizás en su tiempo fue un corral de ganado o casa de labor. Es tan alto el grado de humedad que las piedras y los troncos de los árboles tienen una gruesa capa de musgo casi perenne, con diversas tonalidades de verde.


Vadeamos un pequeño regato por una pasarela de madera. El paisaje nos tiene embelesados. Dejamos atrás los restos de otra construcción invadida por líquenes y musgos. El suelo del sendero se almohadilla con más hojarasca y en la que observamos varios grupos de setas y hongos.

Arribamos a las ruinas de la ermita en total abandono. “En Rivas de Sil hay una ermita titulada San Juan de Cachón, porque está cerca del lugar en donde el río Sil hace cachones de espuma” Las ruinas de la ermita tienen mucha controversia.En su dintel se traduce “Con la ayuda de Dios el Abad Franquila hizo esta obra. Era nongenlésima quincuagésima sexta” O sea, año 918.






Pero los historiadores dudan de este dintel, que no se corresponde con la construcción de la época, ya que son de cantería y labra distintas. Quizás fuese reconstruida desde los cimientos o levantada con parte de los materiales de otro edificio; en una palabra, que la iglesia de Cachón, tal como ha llegado a nosotros, no es del siglo X, y que a otro edificio debió pertenecer el dintel.

Dejamos el debate arquitectónico y nos centramos en el tremendo y maravilloso paisaje que nos envuelve. Iniciamos el regreso, para ello tenemos que comenzar a bajar; cuesta un poco encontrar la senda, pero al final aparece en una inclinada ladera escondida por las hojas caídas.

Debemos extremar la precaución porque es un tramo resbaladizo. Hay zonas reforzadas con pequeños troncos formando escalones. Poco a poco el paisaje vuelve a cambiar, la humedad disminuye considerablemente y la vegetación es diferente. Vemos el cauce del río Sil y su otra ladera.









Alcanzamos la carretera, es un largo tramo que no resulta insulso. No hay tráfico y oímos el rumor de las aguas. Dejamos atrás un regato de aguas rápidas, que debe ser el que atravesamos en la parte de arriba. En la otra vertiente entre la apretada vegetación vemos otra ermita.

En el punto marcado comenzamos a remontar la ladera por la derecha. Es una subida fuerte, que luego se modera entre largas lazadas y rampas. A medida que nos vamos elevando empezamos a tener grandes panorámicas del cauce del río Sil, donde flotan todavía las nubes de niebla.

Pese a la altura que hemos cogido apenas tenemos una mirada lejana al Monasterio. Por camino más llano nos vamos acercando, pasando primero por varias construcciones en el bosque que quizás fueron retiros para rezar los monjes. Vuelve el souto ou castiñeira  con ejemplares de enorme tamaño.

Cerramos el círculo de la ruta saliendo muy cerca del mirador, ahora con nítidas vistas al Monasterio, la niebla se ha disipado por completo. Tal cual vamos con mochilas incluidas, bajamos la cuesta para hacer la visita oficial al Monasterio de Santo Estevo. Nos detenemos en el minúsculo cementerio que hay a la entrada.

Primero visitamos iglesia de Santo Estevo y su preciosa capilla consagrada en el siglo XII, siendo uno de los ejemplos más bellos del románico gallego. Su planta está dividida en tres naves de cuatro tramos. Ésta y su tramo siguiente corresponden al románico, mientras que los dos posteriores se asocian a un gótico avanzado.


Entramos en el Monasterio convertido en Parador Nacional para contemplar su hermoso claustro de La Portería, también denominado claustro grande o dos Cabaleiros, está situado a la entrada del monasterio. Tiene planta rectangular y consta de tres cuerpos de estilo renacentista. Sus arcos son de medio punto y no tienen bóveda.

Terminada la visita no tomamos nada en el Parador para poder llegar pronto a Parada de Sil, donde nos espera una ruta más larga, contemplando el cauce del cañón desde sus famosos miradores. A la salida vemos una pequeña imagen de San Estevo, y fuera, un labrado cruceiro.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 7,6 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 02:45 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 514 M. (Mirador, vista panorámica)
ALTURA MÍNIMA: 143 M. (Carretera)
DESNIVEL POSITIVO: 340 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 340 M.

DIFICULTAD: MODERADA.

CAÑÓN DO SIL – MONASTERIO DE SANTA CRISTINA, BUCLE OESTE PR-G 98.

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Se desconoce la fecha exacta de su fundación, pero su existencia está documentada desde el siglo IX. En siglos posteriores se amplió con la iglesia. En el siglo XVI, época en la que fue incorporada al Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil como simple priorato, se construyó un nuevo claustro y un remate para la torre de la iglesia. La Desamortización de 1835 lo sumió en un tiempo de abandono. Como resultado del fin de las actividades monásticas, tanto Santa Cristina como Santo Estevo pasaron a utilizarse como viviendas particulares, e incluso como cuadras y pajares. Este conjunto, situado en el hermoso entorno de un bosque de robles a orillas del Sil, se compone de monasterio e iglesia. El edificio original del monasterio, dispuesto en torno a un pequeño claustro, era de estilo Románico, siguiendo las pautas estéticas de la orden benedictina. De aquella construcción hoy sólo se conservan dos alas. Uno de los puntos en los que nos fijaremos es la portada, similar a la parte sur de la Catedral de Ourense. Como testimonio de su pasado monástico, podremos ver los "armarium claustri", unas pequeños espacios donde se dejaban los libros leídos por los frailes en sus paseos. Se trata de una obra austera, parca en su ornamentación, pero de singular belleza por su armonización con los bosques y la orografía del entorno en la que se levanta. La iglesia es románica y se comenzó a construir en el siglo XII. Durante el siglo XIII se introdujeron elementos góticos, fundamentalmente arcos. La planta es de cruz latina, dividida en cinco espacios. En su estructura se puede apreciar la elegancia y verticalidad propia de las construcciones de la Orden del Císter. La fachada destaca por su entrada bajo tres arcos, apoyados en pares de columnas de capiteles decorados. En la parte superior se inscribe un rosetón románico de amplias dimensiones. La alta torre, atalaya privilegiada sobre el curso del Sil, está rematada en forma de pirámide, algo poco usual. En el interior se conservan pinturas al fresco, un altar mayor con motivos geométricos, retablos barrocos y, sobre todo, una imagen de San Pedro realizada por el artista Juan de Angés a finales del siglo XVI. En las paredes de la sacristía se pueden ver pintados los escudos de la Orden de Calatrava y de San Esteban. Junto al monasterio, un lugar curioso. Se trata de un castaño centenario que se llena de exvotos u ofrendas procedentes de peregrinos y de los habitantes de los pueblos cercanos. Da la sensación de ser una reminiscencia del “culto al árbol” celta. El “Bosque Sagrado” (o “Nemeton”) era un concepto común a muchas culturas bárbaras o incluso la propia Roma (ver Piedra Escrita en Madrid). A menudo en el árbol sagrado se colocaban ofrendas y exvotos. El cristianismo intentó, al principio, erradicar esta práctica pagana: San Barbate mandó talar un árbol sagrado del que los lombardos colgaban pieles de animales, etc. O incluso Carlomagno mandó talar el árbol Jrminsul, sagrado para los sajones. Pero la costumbre sobrevive en lugares como este o incluso en San Andrés de Teixido (“Vai de morto quen non foi de vivo”).
CÓMO LLEGAR: Desde Monforte de Lemos por la LU-903 hasta el Club Fluvial de Doade, continuar por la OU-903 hasta Castro Caldelas donde hay que tomar la OU-536, para más tarde por la derecha tomar la OU-604 y cerca de Parada de Sil girar a la derecha por OU-605 y llegar a la diminuta Plaza do Barquilleiro donde comienza la ruta.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: O BARQUILLEIRO / FONDODEVILA / MERENDERO / FOXO DO LOBO / MIRADOR DE OS TORGÁS / MIRADOR DE MADRID / MIRADOR O FENTAL / MIRADOR AS FONTIÑAS / PORTELA / DESVÍO MONASTERIO / MONASTERIO DE SANTA CRISTINA / O CASTRO / CHAMOSO / O BARQUILLEIRO.

LA RUTA: Antes de llegar a Parada de Sil nos detenemos en el Mirador de Cabezoás, perfectamente acondicionado para observar desde una posición privilegiada el meandro que forma el Cañón del río Sil en el Cotarro das Boedas; siendo uno de los mejores puntos para admirar esta zona de la Ribeira Sacra.









Encontramos un hueco para aparcar en la diminuta Praza o Barquilleiro donde comienza la ruta, junto a su famosa estatua en recuerdo a muchos habitantes de Parada de Sil que emigraron a Madrid, donde todos ejercían de barquilleros, siendo una tradición muy productiva para el pueblo.

Elegimos para hoy el PR-G 98 porque cabía la posibilidad de acortar la ruta, que se compone de dos bucles unidos por una variante. Elegimos hacer el bucle oeste, el más largo pero también el más bonito, puesto que pasa por todos los Miradores al Cañón del río Sil y por el Monasterio de Santa Cristina.

Iniciamos desde la misma plaza, a espaldas del Barquilleiro, por la callejuela que desciende, siguiendo las marcas de la variante del PR. En un corto trecho conectamos con el sendero principal y decidimos sentarnos en un soleado banco de cemento a comer para reponer fuerzas.


Reanudamos la marcha por una estrecha carrioza entre muros de piedra que pronto nos deja a la entrada del pueblo de Fondevila. Las primeras y vetustas casas fueron en sus tiempos casas de labor; pasamos por una fuente con abrevadero junto a dos centenarios ejemplares de castaños de enormes y ahuecados troncos.


Giramos a la izquierda por otra carrioza algo más ancha y umbrosa, flanqueada por un bosque de castaños con muchos especímenes de gran tamaño, entre robles y alisos que han dejado el suelo almohadillado de hojarasca. Salimos a un espacio abierto donde se encuentra en campo de fútbol.

Cerca está el Foxo do Lobo. Las batidas de lobo se remontan a la Prehistoria, aprovechando precipicios y fosos naturales. ¿Serian los acantilados del Sil una de esas trampas? La batida era un trabajo comunitario al que en la Edad Media los vecinos acudían bajo pena de multa. El adversario era peligroso, astuto e intimidante.

Casi de inmediato tenemos el primero de los miradores, y muy próximo el segundo. Son los Miradores de Os Torgás, también llamados los Miradores de Madrid, porque éste era el lugar donde las gentes de Parada de Sil y sus aldeas se asomaban para despedir a sus seres queridos que emigraban hacia Madrid y las tierras del sur.

Las vistas al Cañón del río Sil son impresionantes, extensas. El primero tiene un muro de contención para asomarse y el segundo, un entramado de escaleras y barandas de madera para llegar a otro muro con unas miradas mucho más directas y verticales, con un desnivel de 400 m. hasta las aguas del río Sil.


Torcemos a la derecha por la pista, dejando a la izquierda un desvío que va a Portela, caminamos entre robles hasta un claro donde está señalizado el desvío al Mirador O Fental a 200 m. donde tenemos unas prolongadas miradas al Cañón del río Sil y también una de las formaciones rocosas que vimos en la ruta fluvial.


Poco después, el último de los miradores oficiales, el de As Fontiñas, junto al Regato de os Gavías. Es asombroso como en el pequeño tramo junto al regato cambia por completo el ecosistema y el paisaje. Metidos en un bosquecillo de robles la humedad es muy alta y aparecen el musgo y los helechos.


Salimos a lo alto de los acantilados, en campo abierto por sendero, que en un bonito recorrido entre grandes rocas, llamadas la Pena da Moura,  nos deleitan con memorables vistas del Cañón. Luego enlazamos con una senda empedrada que nos acerca a Portela por la que pasamos de largo.


El sendero comienza a descender suavemente con zigzags y rampas junto a los restos de un molino, rodeando la ladera y penetrando de nuevo en la umbría. Es un trecho precioso, en el que dejamos de ver el cauce del río y todo se llena de verde musgo entre castaños, alisos y madroños.

Llegamos al desvío que por la derecha nos lleva al Monasterio de Santa Cristina de Ribas do Sil entre frondosa foresta otoñal. Junto al monasterio, un lugar curioso. Se trata de un castaño centenario que se llena de exvotos u ofrendas procedentes de peregrinos y de los habitantes de los pueblos cercanos. Da la sensación de ser una reminiscencia del “culto al árbol” celta.


El Monasterio a pesar de sus ruinas nos ofrece una iglesia románica de altísimo valor con su magnífico rosetón. Una estructura elegante y robusta para resistir el paso del tiempo, con gruesos muros y pocas ventanas que aportan al espacio interior solidez y un ambiente oscuro y sobrenatural.









Recorremos sus ruinosas estancias y el lamentable estado de su claustro. Aunque cobran por visitar la capilla, apenas da para su mantenimiento, quizás lo mejor sería al igual que está ocurriendo con otros monasterios o emblemáticas construcciones, cederlos para instalar hoteles a condición de restaurar y mantener.


Retornamos al sendero, no sin antes asomarnos al mirador de A Galiña para volver a ver el Cañón. Tomamos dirección a O Castro. Andamos unas decenas de metros por la carretera y cruzamos al otro lado. Una estrecha y preciosa carrioza nos lleva a O Castro, junto a una casa que tiene un altar con la Virgen del Carmen.

Cruzamos el pueblo buscando el camping, donde está situado el Mirador A Pena da Cividade sobre una pasarela elevada, pero el camping está cerrado y no podemos acceder. En el patio de una casa hay un gigantesco tocón de castaño, y sobre un muro de piedra observamos varios ejemplares vivos.


Proseguimos por la derecha por el camino de Caxide entrando en la zona de As Corredorias, caminos entre muros pero más anchos que las carrozas, que nos introducen en un hermoso bosque de robles donde admiramos algunos de majestuoso tamaño. Los muros de ambos lados han sido conquistados por el musgo y el suelo se vuelve a alfombrar de hojas.

Resulta muy agradable marchar por estos caminos en otoño, son todo un espectáculo de cromatismos y sensibilidades. Alcanzamos el pueblo abandonado de Chamoso donde sus antiguas y ruinosas casas han sido invadidas por hiedras y plantas trepadoras, la naturaleza recupera su estado puro.

Después de cruzar la carretera, seguimos con el camino que va a O Candedo, donde cogemos un camino carretero que atravesando prados y bosques de castaños nos lleva hasta O Pontón, entrando en Parada del Sil y finalizando en la praza O Barquilleiro.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 13,81 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 4:15 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 734 M. (Después de Fondodevila)
ALTURA MÍNIMA:
DESNIVEL POSITIVO:
DESNIVEL NEGATIVO:
DIFICULTAD: MODERADA.


POR LA PASARELA DEL RÍO MAO

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El río Mao, el que fue humanizado. Este sendero recorre la escarpada orilla del río Mao hasta su desembocadura en el Sil. Una tierra que fue inaccesible hasta que, hace siglos, se construyeron los pataos (terrazas) que verás en sus laderas. Esta es la evidencia de sacrificios pasados para disponer de nuevas tierras cultivables. El río que en la Edad Media limitaba el dominio del Monasterio de Santa Cristina, produce energía eléctrica desde la primera mitad del siglo XX. Ya no se sorprende de proyectos humanos y sigue su paso sonoro, a veces fiero, para quien quiera venir a escucharlo. El último tramo del río Mao, antes de enlazar con el Sil, presume de un curso fluvial caudaloso y tranquilo que inspira el cultivo del vino en las escarpadas pendientes, mediante unos bancales de piedra que solamente son entendidos dentro de una “viticultura heroica” que antepone la calidad del vino delante del tremendo esfuerzo humano para conseguirlo. La complejidad orográfica que dificulta los cultivos es en cambio beneficiosa en parte para ellos, la disposición de las cepas en los bancales favorece que aprovechen al máximo la luz solar, otorgándole a sus uvas características únicas que se reflejarán más tarde en la excelencia de los vinos.  En Barxacova contamos con una pequeña aldea que conserva el aire del Medievo, tanto en sus construcciones tradicionales como los viñedos que la rodean.  La ruta parte desde la Fábrica de la Luz, que era la Central da Escalada cuando, a principios del siglo XX, pertenecía a la empresa La Gallega (que luego fue de Fenosa) y se construyó el canal que abastecía el agua constante a la central para su funcionamiento. En su momento fue un hito tecnológico en la historia de la zona, ya que proporcionaba luz a Ourense y Monforte de Lemos entre otras localidades. Tras la reforma firmada por la arquitecta Isabel Aguirre (la misma que diseñó el impresionante mirador da Cividade, en Bolmente) se ha convertido en albergue turístico y centro de exposiciones y de formación ambiental. También ofrece actividades de turismo activo en la Ribeira Sacra y tiene una original cantina.  La  espectacular pasarela ha sido construida aprovechando el trazado del antiguo canal.
CÓMO LLEGAR: Desde Morforte de Lemos por la LU-903 pasar el embarcadero hasta O Couto, donde tomaremos por la derecha la OU-607 dirección A Teixeira hasta Cristosende, para gira por la derecha por la OU-605, continuar has el Albergue  Fábrica de la Luz. Hay carteles e indicaciones en la carretera.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: FÁBRICA DE LA LUZ / PASARELA / MIRADOR / MIRADOR 1 / INICIO PISTA / FIN DE LA PISTA / BARXACOVA / CARRETERA / BAJADA / FÁBRICA DE LA LUZ.

LA RUTA: Anoche mientras cenábamos planeamos que las rutas de hoy tenían que ser más cortas o suaves, para dar algo de descanso a nuestras piernas. De nuestro repertorio, hemos elegidos dos que son muy cortas, pero de una belleza singular e imprescindibles de ver. Hoy el Cañón del río Sil está cubierto por una densa niebla.

Tenemos que hacer una pequeña maniobra para bajar al aparcamiento de la Fábrica de la Luz. Al ser madrugadores siempre somos los primeros en llegar, todo está muy tranquilo. En la entrada al albergue hay dos macizos de flores, uno blanco y otro amarillo,  información y carteles de otras rutas.








Realmente la ruta de hoy forma parte del PR-G 178 que realizamos el primer día en San Lourenzo, pero la mayoría de gente las separa en dos para que no resulte tan larga. Son dos conceptos distintos del río Mao, su cañón, observado desde las alturas, y el río, a ras de sus aguas.








Iniciamos por la derecha rodeando el edificio del albergue. Al estar tan cerca de la desembocadura, la persistente niebla del Cañón del río Sil, también invade esta parte del río Mao. En la parte trasera hay dos cipreses descomunales, tiesos y erguidos buscando la luz del sol.


Empieza la pasarela. No es una pasarela cualquiera. Su solidez salta a la vista, ancha y con la inclinación justa para pasear con críos sin peligro alguno. El trabajo realizado para adaptarla al curso del antiguo canal que abastecía la central hidroeléctrica ha sido una labor muy notable.


Caminamos rodeados de una exuberante vegetación de ribera, castaños, robles, arces, boj, madroños y plantas trepadoras. Envueltos en la sutil neblina, todo tiene un halo misterioso. La pasarela tiene algún trecho recto, pero la mayoría son sinuosos, con altibajos, y con escaleras para salvar un fuerte desnivel.

Río que suena, agua lleva. El río Mao aporta al Sil agua desde la sierra de San Mamede. Han sido este caudal y el desnivel que salva los que han erosionado este Cañón. La fuerza del agua, que desgaja bloques de dura roca granítica y moldea con sus turbulencias suaves formas en el fondo, aún se nos impone.


En 2001, en un invierno de fuertes lluvias, la riada destruyó el puente cortando la comunicación por carretera. ¿Dónde está el agua? Retenida en los embalses, de Leboreiro, Praducelos, y en su afluente en el  embalse da Edrada, desciende entubada hasta la nueva central hidroeléctrica. El testimonio de su energía todavía nos impresiona.


En puntos estratégicos han diseñado dos miradores pero debido a la espesura de la foresta y la bruma, apenas podemos ver el curso del agua, aunque su sonido nos acompaña siempre; es la Galicia profunda y misteriosa. Quizás en unas horas la niebla se disipe, pero entonces será otra ruta.


Llegamos al final de la pasarela bajando por una inclinada escalera junto a un estrecho puente que cruza el cauce del río Mao, y desde el que podemos contemplar el curso todavía libre de sus aguas. Tomamos conciencia del impresionante paisaje vegetal en que estamos metidos. Realmente impactante.


Sin cruzar el puente seguimos por la ladera donde termina la pasarela, por un amplio camino de tierra; donde a nivel de las aguas continuamos contemplando el río hasta llegar a un panel y un poste informativo. Por aquí se podría acortar la ruta, pero vale la pena seguir. Las aguas comienzan a remansarse.


Estamos muy cerca de su desembocadura y el cauce del río se amplía formando una diminuta ensenada. Unas canoas de plástico varadas nos indican que con buen tiempo se puede navegar en este remanso. La pista empieza a elevarnos suavemente entre grandes castaños que llenan el suelo de vainas abiertas y castañas.

Poco a poco dejamos de ver las aguas del río y entramos en la ribera humanizada. Antiquísimas y soleadas terrazas, pataos, contenidas con muretes de piedra seca, ganan puñado a puñado la tierra necesaria para sus vides, que ahora vestidas de otoño, alegran nuestros ojos.


Viene una sucesión de pequeños pataos con vivos colores otoñales, antiguas casas de labor en ruinas y un estrecho camino entre enormes castaños nos anuncian que entramos en la civilización, pero una civilización contenida, aletargada en el tiempo. Subimos para llegar a Barxacova.


Minúsculo pueblo rural enclavado en la ladera del río Mao vigilando su curso. Muchas de sus casas siguen teniendo sillares de piedra medieval, pequeñas huertas para el sustento diario y animales de corral para el consumo. Algunas están abandonadas y muy pocas han sido rehabilitadas.


Por terrazas de viñedos que en esta época aprovechan para otros cultivos como la calabaza, vamos saliendo del pueblo. Dejamos atrás una pequeña ermita entre sus casas más antiguas, que distinguimos por su campanario. Salimos a un cruce con más información, por la derecha sigue hacia San Lourenzo.


Nosotros proseguimos por la izquierda, cerrando el círculo de la ruta. Tenemos una elevada visión de las aguas, y las últimas terrazas de viñedos del pueblo. Entramos en un pequeño bosque de castaños y comenzamos a elevarnos por un túnel de vegetación hasta alcanzar la carretera.

Es como salir a la luz del día. Es un corto tramo de carretera inutilizada que se une a la actual que en estas fechas tampoco tiene tráfico. Vuelven las grandes terrazas soleadas del Cañón del río Mao mientras vemos que las nubes de niebla se están levantando y forman bellos contrastes con el sol.

Llegamos a la entrada por la carretera del alberge de la Fábrica de la Luz, bajamos la cuesta y una pareja se está preparando para la ruta. Encantadora ruta apta para todos los públicos, recorriendo un impresionante ecosistema forestal.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 3,1 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 01:15 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 334 M. (En la carretera)
ALTURA MÍNIMA: 228 M. (Inicio pista)
DESNIVEL POSITIVO: 180 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 180 M.

DIFICULTAD:BAJA.

LA FERVENZA DE AUGACAÍDA (RIBEIRA SACRA)

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En Pantón, en plena Ribeira Sacra, existe una de las fervenzas más desconocidas de Galicia pero que sin embargo compite en grandeza y espectacularidad con las más grandes de la comunidad, como la Fervenza do Toxa o la Seimeira de Vilagocende. Se sitúa en el lado Este del cañón que forma el valle del Río Miño. Este valle presenta unas pronunciadas laderas que alcanzan alturas de hasta 500 metros, lo que provocan desniveles de hasta 300 m, teniendo en cuenta que el agua del Miño que retiene y embalsa el Embalse de Belesar se sitúa a una cota de unos 200 metros sobre el nivel del mar. La que nos ocupa se sitúa muy cerca de la un día bulliciosa población de Marce, muy cerca de un antiguo emplazamiento castrexo y de los restos de una antigua fortificación de antes del siglo X que dominaba el paso del puerto de Chouzán, también conocido como Monsulio. Por estas tierras circulaba una antigua e importante vía de comunicación que pasaba por Marce y se dirigía hacia el Miño, en donde por medio de una barca se cruzaba el río Miño en dirección a Carballedo y Chantada. Por esta vía discurre parte del camino que nos conduce hasta la Fervenza de Augacaída, que forma el Rego Aguianza. Este ragato recoge las aguas del Rego das Cernadas y del Calve y se encaja en un profunda valle rocoso que desciende 300 m en poco menos de 2 kilómetros. En su tramo final, cien de estos metros de desnivel son salvados en nada más que un tramo de 250 m, que es donde se forma la cascada que salva una pared rocas de unos cincuenta metros de altura. La fervenza se encuentra oculta en la espesura de un fantástico bosque que forman castaños, carballos y otras especies autóctonas. Es probable que en nuestro recorrido nos veamos sorprendidos por cerdos salvajes que pastan libres en esta ladera. Para llegar hasta ella hay que recorrer andando aproximadamente 1 km sobre un camino medio empedrado y sobre un abrupto sendero. Lo mejor es realizar la ruta que nos conduce por los lugares más increíbles de esta comarca, como la iglesia de Santo Estevo de Atán, la Cima de Atan o el Castro de Marce. Pero si no tenéis tiempo creemos que lo mejor es seguir un camino que parte desde la carretera asfaltada CP-4107 y que sigue la cota de los 400 m. La carretera parte desde Segade, en la N-120. A menos de 4 km se encuentra el sendero señalizado con un cartel que nos indica la dirección a seguir hacia una fervenza. Sin desviarse, a unos 850 m se encuentra un antiguo sequeiro de castañas en donde existe una desviación a la izquierda. O bien seguimos hacia el castro de Marce, o bien descendemos los últimos escarpados metros hacia la cascada. Este último tramo es más dificultoso, por su inclinación y su abrupto sendero. En épocas húmedas debemos extremar las precauciones, ya que el firme es resbaladizo y muy inclinado. Para llegar hasta ella existen en tramos varias cuerdas en las que nos podemos apoyar para no caernos. No es excesivamente peligroso pero no es apto para todos los públicos. Lo peor, el temible ascenso. Poco después del sequeiro una señal nos indica un camino potencialmente peligroso y un camino alternativo. El "peligroso" nos conduce hacia la parte de arriba de la fervenza y el "alternativo" nos llevará directamente a los pies de la espectacular cascada. A unos cien metros río arriba existe un hermoso molino de agua a los pies del Rego Aguianza. El espectáculo de la Fervenza de Augacaída no dejará indiferente a nadie y como dijimos es comparable en grandeza y hermosura a otros saltos de más reputación de la Comunidad de Galicia.
CÓMO LLEGAR:Desde Monforte de Lemos dirección Ourense. A la altura de Segade tomar el desvío a Guitara y luego dirección Marce por la LU-4107. 500 metros antes de Marce, está señalizado el comienzo de la ruta.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: INICIO / DESVÍO A MARCE / DESVÍO A O CASTRO / BASE DE LA FERVENZA / REGRESO.

LA RUTA: Desde la Fábrica de la Luz volvemos hacia Monforte de Lemos para llegar al comienzo de esta ruta. De camino pasamos por el Mirador de Soutochao o del Vendimiador, en honor a la gran escultura de granito que existe arriba del promontorio de 461 metros y que representa a un "carreteiro" llevando sobre la cabeza un capacho (cesta) con la preciada uva.

La estatua es visible desde muchos lugares de esta parte del Cañón do Sil. Desde aquí obtenemos unas fantásticas vistas del Sil y sus cañones hacia el Este y hacia al Oeste.  Disfrutando de un paisaje marcado por las terrazas cultivadas con la preciada vid que produce uno de los mejores vinos de A Ribeira Sacra, el Amandi.

Junto a un poste con paletas informativas se inicia el sendero, que en suave descenso poco después conecta con un camino que se abre paso entre un frondoso arbolado, donde predominan los robles y los helechos, que están cambiando del verde-amarillo al color marrón del otoño.
Por la derecha se une otro sendero que viene desde el pueblo de Marce, a partir de este punto nos acompañan las marcas amarillas y blancas del PR. Este PR también llega a O Castro, situado en lo alto de un montículo con espectaculares vistas al río Miño. Nosotros solo llegaremos a la cascada, esta tarde queremos dedicarla a Monforte de Lemos.
Llegamos a los restos de una construcción de dos plantas abandonada, que fue un antiguo sequeiro de castañas, a la planta superior se accede por una escalera de madera o por sendero. Al otro lado de la edificación, por la derecha viene la variante de O Castro y por la izquierda, bajando unos peldaños de piedra sigue la ruta.
Antes en el suelo hemos visto una paleta de madera indicando la dirección a la Fervenza de Augacaída (Treito perigoso). El estrecho sendero continua descendiéndonos hasta que llegamos a un nuevo cruce con un poste y paletas informativas. Por la izquierda el PR sigue, y por la izquierda indica la bajada a la Fervenza (Treito perigoso).
Comenzamos el inclinado descenso sin marcas de PR e información alguna. La vegetación es mucho más densa y aumenta la humedad, por lo que tomamos precauciones para evitar resbalones. Empezamos a oír el ruido del agua al caer, un rumor que va creciendo a medida nos acercamos.
Tras una pequeña rampa el sendero desaparece y una torrentera de gruesas piedras se desploma hacia abajo. Para superar este “Treito perigoso” han colocado una larga cuerda de escalada con nudos frecuentes que nos ayudan a descender. Plegamos los bastones y poco a poco seguimos bajando.
El siguiente tramo de cuerdas transcurre entre rocas de gran tamaño y casi escalonadas. El ruido del agua es ensordecedor y todavía no vemos la Fervenza, tapada por la exuberante vegetación.  Viene un pequeño tramo de sendero con algunas rampas húmedas y por fin entre los árboles vemos un trozo de cascada.
Con precaución todavía se puede llegar hasta un minúsculo rellano, mojado por el agua que salpica la Fervenza. Se trata de una cortina de agua que se precipita desde una altura de unos cuarenta metros, siendo una de las más altas de Galicia. No es un gran caudal, pero el espectáculo es maravilloso.
Hacemos muchas fotos pero es casi imposible abarcarla toda. Yo decido avanzar un poco más para legar a la poza o marmita donde con estruendo golpea el agua. Está todo muy mojado y resulta muy expuesto a un resbalón. Consigo algunas fotos más, pero de cerca los planos son todavía más cortos.
Poco a poco vamos iniciando el regreso. Los tramos instalados con cuerdas resultan ahora fáciles de superar al utilizarlos como pasamanos que nos ayudan a izarnos. Una vez arriba el sendero es cómodo hasta el aparcamiento. La Fervenza de Augacaída no dejará a nadie indiferente, pero no todo el mundo puede llegar hasta su base.
En el hotel tras la reconfortante ducha, comenzamos a cerrar maletas, mañana cambiamos de residencia y nos instalaremos en Lugo capital, legaremos a media tarde después de haber realizado una ruta por Ancares Courel. Nos ponemos guapos para pasear por Monforte visitando algunos monumentos.
Nos acercamos a ver los jardines y la magnífica fachada del Colegio de los Escolapios, réplica en miniatura del Escorial. Subimos al monte de San Vicente para visitar su monasterio neoclásico, el Palacio de los Condes de Lemos y la Torre da Homenaxe, donde está el Parador de Turismo.
VER RUTA EN WIKILOC:
RECORRIDO: LINEAL, IDA Y VUELTA.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 6,5 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 01:50 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 425 M. (Inicio)
ALTURA MÍNIMA: 160 M. (Base de la Fervenza)
DESNIVEL POSITIVO: 275 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 275 M.

DIFICULTAD: MODERADA. (Hay que tomar precauciones en el tramo de cuerdas para bajar a la base de la cascada)

DEL ALTO DO COUTO A LA FONTE DO CERVO (DEVESA DA ROGUEIRA)

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La Sierra de O Courel fue declarada por el Fondo Mundial para la Naturaleza, como una de las mejores zonas más importantes de bosque autóctono, destacando como mejor reserva botánica la Devesa da Rogueira.Situada en la vertiente norte del monte Formigueiros, con la cota más alta de O Courel 1639 metros, y con una extensión de tan solo 200 hectáreas, reúne en este reducido espacio una gran variedad de especies botánicas, más de 1000 diferentes, al darse varios ecosistemas y distintas confluencias climáticas, la eurosiberiana atlántica y la mediterránea, además de ser un insustituible refugio de su variada fauna.  Las devesas son bosques de tipo atlántico orientados al norte. Actualmente, en la sierra de O Courel quedan pocas y las que hay, están siempre en laderas muy empinadas y son muy húmedas.
A devesa da Rogueira es la joya ecológica de la sierra, con 30 kilómetros cuadrados de bosque primario y una impresionante diversidad arbórea. La fauna no desmerece la flora. Los riachuelos que bajan formando cascadas acogen especies endémicas en el norte peninsular como el tritón ibérico o la rana patilarga. La devesa protege corzos, martas, comadrejas, turones, garduñas, gatos monteses y lirones. Aquí cualquier rincón, se mire hacia donde se mire, se nos antoja una maravilla de la naturaleza. Todo el territorio está surcado por rutas de senderismo, y entre todas ellas destaca la de A Devesa da Rogueira que, con 200 Ha. y más de 1000 especies botánicas diferentes, es un ecosistema imprescindible de patear. Saliendo de Seoane pasamos a la altura de Carbedo donde todavía se observan restos del muro circular del castillo medieval, parte de la planta y un aljibe. Allí estuvo escondido Alfonso II el Casto perseguido por su primo Aurelio, y muy cerca, en el monte Cido se encontró la famosa tabla de hospitalidad inscrita en bronce O Courel del año 28, y un águila de los estandartes de las legiones romanas. En el Alto do Couto un camino sobre cota de nivel nos adentra en A Devesa. Por bosque enmarañado entre tejos milenarios con líquenes de musgos, acebos, arándanos, arces, avellanos, abedules, fresnos, soutos de castaños, madroños y plantas carnívoras que se alimentan de insectos, entre cascadas de arroyos, efímeros puentes de madera e improvisados peldaños sobre la roca, accedemos a la Fonte do Cervo, manantial que de una misma roca brota en dos hileras, de aguas ferruginosas y aguas calcáreas, muy útiles para estimular el apetito. De allí por el mismo vértice montañoso llegamos al mirador del monte Polín, con extraordinaria visión del conjunto de la reserva a casi 1400 m. de altura. Ya de bajada, la quietud de la frondosidad boscosa de hayas, robles y encinas, el cromatismo del paisaje, el intenso y salvaje olor y el Aula de la Naturaleza ruido del agua al precipitarse por surcos y cañadas, nos hace apreciar con intensidad cada momento. En los aledaños del camino, cuevas con indicios de vida prehistórica como Longo de Meu, Do Oso, y de Vellos, anteceden al riachuelo de A Rogueira, que se abre a ondulantes y verdes praderas que nos conducen al Aula de la Naturaleza con detallada información de la flora y la fauna de la Sierra, no exenta de pasajes legendarios, mitos y leyendas.

CÓMO LLEGAR: Desde Monforte de Lemos por la N-120 tomar salida hacia Quiroga, seguir por la LU-933 y después por la LU-623 dirección Barreiro, donde giraremos por la derecha tomando la LU-P-5001, para cerca de Outeiro seguir por la LU-P-5004 para en Vieiros tomar la DP-50-1 dirección A Seara hasta llegar al Alto do Couto. Se puede aparcar junto a la fuente.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI
ITINERARIO: ALTO DO COUTO / FONTE DO CERVO / ALTO DO COUTO.

LA RUTA: Pese al dejar preparadas las maletas anoche tardamos en llegar al inicio de la ruta. Dejamos la Ribeira Sacra y nos mudamos a Dos Ancares o Curel. Son carreteras y pueblos nuevos y nos cuesta llegar. Antes, nos detenemos en un mirador a observar los plegamientos de Campodola. El paisaje ha cambiado.

El día está nuboso y caen unas gotas. Una vez localizada el Aula de la Naturaleza, metida en un souto castiñeiro con un entorno otoñal maravilloso, resulta que está cerrada desde el verano, pero no está indicado ningún sitio. Desde aquí se puede llegar a las Fontes do Cervo, pero el desnivel es muy fuerte y el horario rebasa nuestras previsiones.

Así que decidimos subir hasta el Alto do Couto, donde la ruta es más corta y el horario asequible. Tenemos fácil aparcamiento e iniciados desde la fuente, que tiene una balsa redonda. Cruzamos la carretera hacia los paneles informativos donde por la derecha da comienzo la ruta.


Lo primero que nos sorprende del paisaje es su diversidad cromática, es tan impresionante la variedad arbórea que las laderas son multicolor. Fresnos, abedules, hayas, quejigos, encinas, robles, castaños, forman un sorprendente mosaico de colores pálidos entre las nubes bajas que comienzan a disiparse.

El primer tramo del ancho camino transcurre despejado de arboleda, tan solo algunos secos helechos nos acompañan, lo que nos permite contemplar las extensas laderas pobladas de bosque hasta el fondo del valle con pequeños núcleos habitados y sus verdes prados. Ha dejado de llover y las nubes se deshilachan.

Comenzamos a penetrar en el bosque, pero antes tenemos largas vistas de nuestra coloreada ladera con las nubes enganchadas arriba en las cumbres. Este sendero recorre la parte alta de la Devesa da Rogueira, casi sin apenas desnivel, el Aula de la Naturaleza queda a nuestros pies ladera abajo.


Vemos que llega por detrás un nutrido grupo de gente joven, son alumnos y profesores de algún colegio cercano que vienen a observar este maravilloso paraje. Los dejamos que nos adelanten, y esperamos un poco a que se distancien para proseguir con nuestro ritmo pausado embutidos en el paisaje.


Entramos en el bosque encantado, que pese a la bruma dejada por el paso de las nubes, tiene una luminosidad increíble. Es una explosión de colores otoñales en donde es muy difícil saber cuáles predominan, si los rojos, si los verdes, si los amarillos o los ocres tostados. El suelo se cubre de hojas caídas.

Los troncos de los robles jóvenes se cubren de musgo y líquenes, el grado de humedad aumenta considerablemente y la vegetación se aprieta con exuberancia. Se deslizan pequeñas chorreras y de vez en cuando, entre las ramas podemos ver el denso bosque en las laderas, con girones de nubes deshechas.


Hay momentos en que la densa nube penetra entre los árboles del bosque dándole ese toque misterioso, en que no sabes si tras una curva del sendero van a aparecer, las meigas, los duendes o la mismísima Santa Compaña. Todas las leyendas gallegas tienen cabida en un bosque tan singular.


Pasamos por recodos extraordinarios, densos de vegetación, henchidos de colorido y con el piso almohadillado de hojarasca. Hemos llegado en pleno apogeo otoñal de la Devesa da Rogueira. Llevamos varios años visitando bosques en otoño y este es uno de los mejores, damos la razón a quienes dicen que es el bosque más hermoso de Galicia.


Los árboles crecen de tamaño, la naturaleza se  torna asilvestrada y se enmaraña ante la poca intervención humana. Viejos troncos y ramas quedaron donde cayeron, siendo invadidos por en verde musgo. Por un mimético puente de madera salvamos el Rego de Freixedo que se precipita ladera abajo.


Marchamos alucinados y sorprendidos por tanta belleza. Es difícil no dejar que afloren sensibilidades. El obturador de mi cámara echa humo, no sé donde apuntar entre tanto esplendor; por muy exigentes que mis ojos quieran ser, siempre aparece otro rincón digno de un disparo.


La variedad de colores de los árboles en otoño guarda relación con la fotosíntesis, es decir, el proceso por el que la clorofila de las hojas transforma agua y dióxido de carbono en alimento. En verano, las plantas verdes fabrican grandes dosis de clorofila.  Pero cuando llega el invierno y los días se vuelven más cortos la producción de esta sustancia verde se reduce.


Seguimos gozando del recorrido. La colonia de hayas es muy reducida pero está en pleno cénit otoñal. Para que se de este colorido también depende mucho de la orientación de la ladera,  del núcleo del bosque y de su grado de humedad. Esta zona está irrigada por dos regos que poco más arriba se bifurcan en varios brazos.


Cruzamos otro rego que en el mapa no tiene nombre y poco después por otra pasarela salvamos el Rego da Rogueira, con algo más de caudal. Luego llegamos a un cruce de senderos donde se une la subida desde el Aula de la Naturaleza y Moreda. Hay un panel informativo de la ruta.

A un lado también hay un croquis tallado en madera donde se describen todos ls senderos y destinos de A Rogueira. Desde el Alto do Couto, Aula da Naturaleza y Moreda, para llegar a la Fonte do Cervo, Mirador de Polin, Laguna da Lucenza, y por último la subida al Pico Formigueiros (1.635 m.).

Proseguimos subiendo un ligero repecho entre el bosque, al tomar altura entramos en la nube de bruma. Poco después por la izquierda viene el desvío a la Fonte do Cervo, donde nos cruzamos con los alumnos y profesores que vienen de regreso. Hemos tenido suerte y podremos visitar la fuente en solitario.

Fonte do Cervo (1.420 m.), por la rocosa pared resbalan dos fuentes distintas, una de aguas ferruginosas, y otra de aguas cristalinas de origen calcáreo. Las creencias populares otorgaron un poder sobrenatural a este lugar, atribuyéndole virtudes medicinales a sus aguas: la clara para curar la anemia y dolencias estomacales, y la de color ocre para los pulmones y  recuperar el apetito.

Mirándolas de frente a la izquierda está la calcárea, y a la derecha la ferruginosa, cuyos colores ocres han tintado la pared, creando un fuerte contraste con el verde musgo que rodea la zona. Aunque esta es mucho más pequeña, nos recuerda a la Cascada de Colores en la isla de La Palma.

Retornamos a la senda principal para continuar hasta el Mirador de Polin, pero una pareja que vuelve de allí nos indica que la nube está enganchada en la cumbre y la niebla no permite ver nada. Decidimos no ir y regresar al Alto do Couto, esto nos permitirá llegar a una hora prudente a nuestro nuevo hotel en Lugo.


Aunque el sendero es el mismo, al desandarlo en sentido contrario la perspectiva es diferente; aparecen nuevos recodos y matices en los que antes no nos hemos fijado, o volvemos a recrearnos en los descubiertos anteriormente. Es verdaderamente una gozada para los sentidos.


La bruma entra y sale entre las ramas del apretado bosque, parece que se disipa pero vuelve. En algunos claros vemos como pesadamente se deja resbalar por las laderas. Poco a poco conectamos con el camino saliendo de la Devesa da Rogueira, satisfechos por su hermosura cerramos la ruta.

Para llegar a Lugo es mejor ir hacia Pedrafita do Cebreiro. De camino seguimos enamorados del paisaje, donde minúsculas colinas ondulan los valles, con mil tonalidades de  verdes prados en los que pastan las vacas. Cerca de la población paramos a fotografiarnos en el Monumento al Peregrino.

RECORRIDO: LINEAL, IDA Y VUELTA.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 6,8 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 2:35 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.420 M. (Fontes do Cervo)
ALTURA MÍNIMA: 1.234 M. (Rego da Rogueira)
DESNIVEL POSITIVO: 215 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 215 M.
DIFICULTAD:BAJA


O FAIAL DA PINTINIDOIRA, OS ANCARES.

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El tono rojizo de las hayas, extraño en el otoño gallego, puede visitarse todavía en los bosques de esta especie de la provincia de Lugo, los más occidentales de Europa. El hayedo de A Pintinidoira ocupa algo más de dos hectáreas en una vaguada que mira a los picos Os Ancares y donde convive con acebos y otras caducifolias autóctonas. El acceso es relativamente fácil desde Pedrafita do Cebreiro. Una vez en la capital ancaresa hay que dirigirse a A Pintinidoira y continuar un par de kilómetros para tomar la pista asfaltada en dirección a Bazal. Tras un corto descenso, junto a una fuente, termina el asfalto. Para alcanzar el faial hay que caminar algo más de dos kilómetros por una pista de tierra de buen piso. La vuelta, por el mismo sitio, es en ligero ascenso. Las hayas de A Pintinidoira ocupan unas 2,5 hectáreas en una espectacular vaguada que mira a los picos de Os Ancares. El hayedo de Pintinidoira está en Rede Natura, según recuerda José Manuel Núñez, agente medioambiental en la montaña de Os Ancares gallegos. Son de la especie fagus sylvatic, el haya común que aparece en otras zonas de la Península. Presenta una orientación norte-noreste mirando a los picos de Os Ancares y está asentado en una veta calcárea. Estas dos características suelen ocurrir en los hayedos de la provincia, pero no son universales de las especies. Como particularidad general, las hayas son propias de zonas con precipitaciones horizontales, es decir que precisan humedad ambiental. La característica predisposición de las ramas en capas y en zigzag, facilita que las gotas de agua se deslicen hacia el suelo con facilidad. Otra particularidad del haya es que la frondosidad de sus copas obstaculiza el paso de la luz, por lo que es una especie que domina el estrato herbáceo. Puede verse así que el sotobosque está bastante limpio y destacan en él el acebo emblemático de Os Ancares, que es una especie muy resistente, incluso en sus primeros momentos. Por último, cabe destacar entre comillas, que las hayas constituyen una especie invasora en Galicia, en el sentido de que se está introduciendo, aunque en A Pintinidoira pueden verse magníficos ejemplares longevos, en torno a la pista, lo que es un atractivo añadido a la visita.
CÓMO LLEGAR: Desde Lugo a Pedrafita do Cebreiro, seguir por la LU-P 4504 y antes de llegar al punto kilométrico 4, tomar por la izquierda la LU-P 3701 hasta Pintinidoira que está en el punto kilométrico 18.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: PINTINIDOIRA / CRUCE DE REGRESO / RIAMONTE / SANTA MARIÑA / IZQUIERDA / AS COVAS / VILAPASANT / FONTE / FAIAL / FIN FAIAL / CRUCE DE REGRESO / PINTINIDOIRA.

LA RUTA: Llegar a Pintinidoira ha sido fácil. Desde Lugo capital hay muy buena comunicación con Os Ancares y O Curel. Está situado en lo alto de una colina pero apartado del mundanal ruido, entre verdes prados para su ganado vacuno y pequeñas huertas particulares con animales de corral sueltos.

El sencillo paisaje de Os Ancares también enamora. Es como un cuadro impresionista de Gauguin; elevadas y redondeadas lomas cubiertas por los retazos de verdes prados y manchadas con pinceladas de apagados colores que van desde los ocres, marrones y morados, entre los dispersos núcleos habitados.

Iniciamos por la derecha del pueblo, por una corredoirade verde césped con amplias vistas al valle. El día no está claro, quedan nubes y girones de bruma en el ambiente, entre los que el sol intenta abrirse paso. El Faial está muy cerca pero en esta ruta pasaremos por él, al final del recorrido.


Dejamos un cruce por la izquierda que será el regreso del  Faial a la vuelta. Comenzamos un acentuado descenso hacia el valle por un camino donde la foresta arbórea ha disminuido y nos acompaña el matorral bajo; siempre teniendo al frente la mirada al magnífico paisaje acortado por la bruma.


El camino hace un brusco giro a la derecha y se posiciona más horizontal para entrar en un tupido bosque de delgados y espigados robles que buscan la luz. El suelo se tapiza de hojas caídas y se torna más amplio. Entramos en la umbría, donde tenues regatos se deslizan ladera abajo.


Al contrario que las hayas, los robles si consienten que el sotobosque se manifieste creando un estrato de matorral bajo importante. Es un bosque silencioso. La pista se ciñe al contorno de la sinuosa ladera y solo en contadas ocasiones nos permite contemplar algunos retazos del valle.


Poco a poco terminamos de rodear la ladera, cambiamos de orientación y el bosque disminuye, dejando paso a extensas miradas al precioso valle, y a diminutos núcleos de hayas que colorean el paisaje. El camino vuelve a inclinarse haciendo algo más rápido el descenso hacia el valle.


Una vez abajo, hace unos recodos entre grandes ejemplares de castaños, para entrar en la recogida aldea de Riamonte, después de atravesar el arroyo de su mismo nombre. Rural y ganadera entre verdes prados para sus vacas y cuidadas huertas, donde siempre destacan las plantas de grelos.

Proseguimos por un sendero a media altura que nos sitúa en la otra ladera, por encima del hilillo de agua del arroyo, pero siguiendo su curso entre la verde pradera, delimitada a su vez, por la lengua forestal del bosque que antes hemos recorrido, y que ahora observamos desde la otra vertiente.

Es un precioso espectáculo de tenues colores, roto de vez en cuando por la intensidad o saturación de un color concreto, el rojo de algún haya o el amarillo de algún castaño. De estos últimos es tiempo de recolección, y hoy domingo la gente aprovecha para llenar la despensa.


Una improvisada valla nos corta el camino y tenemos que agacharnos entre los alambres de espino. Quizás haya sido puesta para controlar que el ganado no pase a finca ajena. Continuamos por el estrecho y ondulado valle hasta llegar a Santa Mariña, donde hay agrupados varios caseríos.


Cerca de una fuente, nuestra ladera está ocupada por un souto castiñeiro de enormes ejemplares, algunos de ellos gigantescos, donde un abuelo y sus nietos están recolectando castañas para llevar al mercado. Dejamos atrás  un gran caserío abandonado situado dentro de un espacioso patio interior.


Enlazamos con una ancha corredoira que nos pasea a la sombra del castañar con un alfombrado suelo de hojas caídas. El día va mejorando y tornándose más luminoso. Volvemos a lindar con los prados del valle para acercarnos al grupo de casas de As Covas, que sorteamos sin pasar por él.

Dejamos la hermosa corredoira y sus castaños para comenzar a subir por un sendero a la izquierda, saliendo poco a poco del fondo del pequeño valle, que queda a nuestros pies, regalándonos extensas vistas. Una vez en lo alto de la loma, conectamos con un camino de tierra.


La pista nos mete en otro pequeño bosque de robles muy parecido al anterior, y quizás con la misma orientación. Al salir, bajamos un poco para llegar a un cruce de caminos. Un ganadero traslada sus vacas a otros pastos o al establo, nosotros subimos por la izquierda hasta Vilapasant.


Sin dejar de ser diminuta,  es la mayor de las aldeas que hemos cruzado. Silenciosa y sin gentes a la vista, solo unas gallinas sueltas; subimos hasta su pequeña ermita junto a su escueto cementerio. Proseguimos la subida admirando un paisaje de acuarela hasta un cruce con la carretera.

Es el punto más alto de la ruta. A la derecha hay una fuente sin nombre, con un espacio acondicionado formando un larga bancada con losas de pizarra y una cuadrada balsa que recoge el agua de la fuente. Decidimos sentarnos a tomar una sabrosa empanada gallega de hojaldre con bonito que compramos anoche.



Tras el almuerzo continuamos por un ancho camino que por la izquierda de la carretera comienza a descender suavemente. Damos las últimas miradas al precioso valle y a otros núcleos habitados por los que no hemos pasado, y con el zoom podemos ver A Pintinidoira en lo alto de la colina.


Nos vamos acercando al Faial situado justo debajo de la ladera del pueblo. Es una pequeña mancha coloreada que sobresale de entre toda la foresta. Entramos en el bosque, que primero es de robles y otras especies, para luego llegar al centro donde predominan las hayas con sus hojas de color fuego.


El suelo se torna marrón de hojas caídas y pese a la umbría existente, la luz penetra iluminando el ambiente. El ancho camino cruza de parte a parte el pequeño Faial, que pese a ser considerada una especie “invasora” en tierras gallegas, algunos especímenes son de gran envergadura.

Terminado el Faial, en vez de seguir el camino, giramos a la derecha subiendo por detrás de las hayas, haciendo una corta diagonal ascendente, sin senda ni camino. Es un trayecto algo enmarañado, pero nos permite disfrutar de otros grandes ejemplares en la parte alta de la ladera.

Entre troncos y ramas caídas buscamos el mejor paso, encontramos algunas setas de rojos colores vivos que indican su toxicidad, y vamos saliendo de este apretado y exuberante espacio, buscando la conexión con otro camino que ensambla con el principal, que a su vez, cierra el círculo de la ruta.

Admirando el paisaje, en unos cientos de metros llegamos A Pintinidoira. A sido una preciosa ruta, venir solo a ver el Faial hubiera sido demasiado poco. La idea de patear el pequeño valle ha sido una pasada, dejando como colofón el diminuto pero colorido Faial.

VER RUTA EN WIKILOC:
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: SI. (Fonte antes de llegar al Faial)
DISTANCIA: 17,9 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 05:50 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.235 M. (Fonte)
ALTURA MÍNIMA: 762 M. (Río do Toural)
DESNIVEL POSITIVO: 725 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 725 M.

DIFICULTAD: MODERADA.

PLAYA DE LAS CATEDRALES, RIBADEO.

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Las poderosas aguas del Cantábrico han labrado, al paso de los siglos, lo que hoy se antoja como capricho de la naturaleza. Con formas imposibles, las rocas de la Playa de As Catedrais sorprenden porque se asemejan más a un decorado, minuciosamente trazado, que a una sucesión de grutas, pasadizos y arcos, convirtiéndose en una de las playas más bonitas del mundo. Es un conjunto de acantilados excepcional que supera la belleza habitual de las playas del norte de Galicia. Se encuentra entre Foz y Ribadeo, en Lugo, muy cerca de la frontera con Asturias que hace la ría del Eo. Praia de Augasantas, se debe, probablemente, a la antigua presencia de un manantial de aguas medicinales con propiedades milagrosas, según la creencia de los lugareños. Hoy es popularmente conocida como Praia de As Catedrais, pues sus formaciones rocosas nos recuerdan los arbotantes de las magníficas catedrales góticas, haciendo de este enclave la meca cantábrica del gótico natural. Este entorno natural está constituido por cuarcitas y pizarras, rocas originadas hace aproximadamente 500 millones de años atrás en las costas del hemisferio Sur. Estas sufrieron grandes transformaciones, e incluso hubo un momento en el que formaron parte de una gran cordillera montañosa semejante en altitud al actual Himalaya, como consecuencia de la colisión de dos súper continentes, Laurusia y Gondwana, hace 350 millones de años Esta base rocosa ha soportado a lo largo del tiempo la acción de los movimientos tectónicos, de las sucesivas fases de inundación y retirada del mar, y la actuación de los agentes erosivos terrestres, dando lugar todo ello a la singular planicie que hoy contemplamos desplomándose sobre el Cantábrico. Esta superficie se conoce como la rasa costera que se extiende desde Burela hasta San Vicente de la Barquera. La presencia de este singular monumento natural se debe a la combinación entre las distintas fracturas que muestran los estratos rocosos y su orientación, lo que ofrece una particular debilidad frente a los constantes embates del mar, dando lugar a este modelado del acantilado tan característico. Se ha establecido una evolución temporal para este tramo litoral dividida en cuatro etapas. De ellas la primera tendría su desarrollo a partir de las fracturas que presentan las rocas, y donde la erosión marina actúa de forma más intensa. En la segunda etapa se originarían las furnas o grutas siguiendo la orientación de las fracturas en las rocas. La tercera etapa, en la cual se produciría la conexión entre las distintas furnas, así como la presencia de los “ollos” (como se les llaman en el lugar) como consecuencia del colapso del terreno sobre las furnas. Finalmente en la cuarta etapa tendría lugar la formación los arcos rocosos, que debido a su fragilidad e inestabilidad frente a la erosión marina, solo se preservaran en el tiempo unos pocos, especialmente en aquellas zonas donde los estratos de roca son más resistentes.
CÓMO LLEGAR: Desde Lugo capital, por la N-640 hasta Ribadeo. La opción más rápida y bonita para llegar desde Ribadeo a la Playa de las Catedrales, es cogiendo la N-634, carretera secundaria que discurre por toda la costa. Hay habilitados aparcamientos.

Hoy tocaba descanso de ruta montañera. Nos viene bien porque se anunciaban lluvias en toda la zona, así que hoy de turismo, turismo a nuestra manera, sin dejar de caminar para verlo todo a pie de obra. Hace muchos años que no veníamos a la Playa de las Catedrales, desde nuestra última visita a Asturias.

En Ribadeo vamos a la oficina de turismo, luces encendidas puerta cerrada; perdemos tiempo mientras averiguamos que los lunes no abren. Tomamos un café y por la prensa averiguamos los horarios de las mareas, según el waiter hoy hemos llegado tarde. Pero él no sabe nuestro poder de persuasión.


El aparcamiento de la Playa de las catedrales está prácticamente vacío. El día está muy gris y caen unas gotas. Desde el mirador hacemos las primeras fotos. La marea avanza pero va lenta. Bajamos a la arena. Nada más pisar la playa, Mari, el dios celta de la lluvia nos echa un cable y cesan las gotas.


Nuestros recuerdos eran soleados y veraniegos, nada que ver con el firme piso de arena húmeda y el fuerte contraste de las  rocas mojadas que forman estos excepcionales monumentos naturales, en este día lluvioso. Esto es lo que tenemos hoy, y hay que disfrutarlo a tope.


Comenzamos a recorrer rincones espectaculares, enormes rocas varadas como pequeñas islas en un mar seco. Desde la arena es soberbia la barrera rocosa que forma los acantilados, algunos de ellos superan los 32 metros de altura, con sus oscuros colores bruñidos por el embate de las olas.


Nos damos prisa en el recorrido, giramos por un farallón rocoso que se adentra hacia el mar como un cabo. El agua está cerca, la marea avanza implacable. Andamos por laberintos rocosos, grietas y socavones que la erosión del agua ha formado en la parte baja de los acantilados.


Entramos en una profunda cueva bastante amplia y de bóveda alta, que pese a lo nublado del día podemos ver en su interior los distintos estratos que formaron las rocas. Justo al lado entramos en otra cueva de boca más estrecha pero mayor amplitud interior, con un cúmulo de guijarros que el mar ha dejado romos a fuerza de golpearlos.









Las fotos al contraluz desde el interior de las cuevas son preciosas. Intentamos avanzar hacia otras cavidades pero el mar ya ha cubierto la arena. Volvemos atrás. Llegados al farallón que forma el cabo, la marea comienza a cubrirlo. Debemos esperar al retroceso del oleaje para poder pasar sin mojarnos.


Indicamos a una mujer cómo cruzar, y resulta que son madrileños que tienen casa en Santa Pola, no nos vemos allí, y tenemos que conocernos a mil kilómetros de distancia. Nos hacemos fotos,  y vamos regresando hacia las escaleras para subir. La marea a cubierto de agua la parte que antes hemos andado.


Las mareas se mueven en la tierra a través de unos puntos nodales en sentido contrario a las agujas del reloj.  Las que afectan a Galicia giran alrededor de un punto nodal situado en el Atlántico Norte. La diferencia máxima de altura entre pleamar y bajamar puede superar los cuatro metros. La bajamar se produce pasadas un poco más de seis horas de la pleamar.

El cielo sigue encapotado sin lluvia, y una extraña luminosidad resalta el mar con un tenue color aguamarina entre los acantilados, donde el oleaje comienza a batirse con más intensidad. Empezamos un tranquilo recorrido por las amplias pasarelas que recorren la accidentada costa.

El Monumento Natural alberga también importantes valores ecológicos, que es necesario preservar. Se identifican un total de 16 hábitats de interés comunitario (4 de ellos prioritarios) entre los que destaca el matorral costero de Erica vagans, así como la presencia de especies de flora en peligro de extinción, como Limona dodartii.


Las pasarelas son de un diseño muy semejante a las del río Mao, en la Ribeira Sacra. Pero éstas tienen largos ramales que se adentran por encima de los acantilados hasta puntos estratégicos, donde forman excepcionales miradores desde los que podemos observar sin peligro,  los extraordinarios pasadizos, arcos y bóvedas, contra los que rompe el oleaje.


Las singulares formaciones geológicas que dan nombre a la Playa de las Catedrales son resultado de la erosión marina y eólica sobre el acantilado, un proceso que continúa activo en la actualidad y que ha convertido a este sector de la Mariña Lucense en un reclamo turístico a nivel internacional.


Retornamos hasta el aparcamiento y con el coche, de camino a Ribadeo, vamos parando en diversos miradores sobre los acantilados, son cortos recorridos a pie que nos permiten descubrir pequeñas calas escondidas, nuevas formaciones rocosas, y extensas miradas al escabroso litoral.


Paseamos por el centro de la población hasta encontrar el restaurante apetecido. Excelente comida, que luego reposamos andando por sus tranquilas calles. Encantador día turístico.


DE BRAÑAS DA SERRA A COTELA DO FARO

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Desde Os Ancares hasta los Picos de Europa se extenderá la Gran Reserva de la Biosfera de la cordillera Cantábrica, formada con la suma de las diferentes unidades ya declaradas y las que se añadan en el futuro. Os Ancares lugueses son su límite occidental, plurales como su diversidad; mágicos por naturaleza. Las poblaciones humanas que se supieron afincar en este difícil territorio también lo modelaron y conservaron el legado de su patrimonio. Aún se abren al visitante las puertas de algunas pallozas. Encerrado bajo su techo de paja que les da nombre, estas peculiares viviendas permiten acercarnos toda una forma de vida ancestral. La montaña brota en tonalidades infinitas de verde en toda la amplia escala de altitudes. Sorprenden Os Ancares no por grandes alturas, sino por los fuertes desniveles. Desde el encajonamiento de los valles hundidos por debajo de los 300 metros hasta los picos de casi los 2.000 en pocos kilómetros. Los ríos de la vertiente gallega son Navia, Rao y Ser; los picos, entre otros, Mustallar y Tres Bispos. La evidencia de la presencia humana en la Reserva de la Biosfera Os Ancares Lucenses se remonta al Paleolítico existiendo en la zona, concretamente en el municipio de Navia de Suarna, restos de construcciones megalíticas como las ‘mámoas’ y dólmenes de Ferreirúa. Muy frecuente en la zona es la presencia de restos de poblaciones pertenecientes a la cultura castrexa, existiendo numerosos castros en los tres municipios que integran la Reserva. Según Manuel Amor Meilán vivió en Becerreá el pueblo prerromano de los Zuelas (antigua tribu celta), situando su capital en la actual Oselle, topónimo que procede de Ocellum Gallaicorum. Este pueblo cultivaba y trabajaba el lino, altamente apreciado en Roma para la confección de ropas y para la curación de llagas y heridas. Por lo que respecta a la presencia de los romanos, la calzada Lugo-Astorgana pasaba por el municipio de Becerreá, por lo que ya por entonces este municipio era un importante centro de comunicaciones. En Navia de Suarna existen vestigios de antiguas explotaciones mineras, que también se consideran romanas. Durante la Edad Media la historia de la zona sería la de las familias que ejercieron sus señoríos sobre estas tierras. Destacan en este sentido los Condes de Altamira que se hicieron con el concejo de Navia de Suarna hacia 1450, conservándose todavía los restos del castillo de Pobra de Navia, citado ya en los documentos históricos desde el año 1037. También entre estas poderosas familias se encuentran los marqueses de San Saturnino y el señor de Cervantes, Conde de Villanueva de Cañedo y marqués de Alcañices, que ejerció jurisdicción en la zona de Cervantes desde el Castillo de Doiras. En el siglo XIX las tropas napoleónicas que invadieron Galicia por el Camino Real de Castilla, sufrieron toda clase de avatares por parte de las “alarmas populares”, auténticos ejércitos de paisanos que provocaron numerosas bajas en el ejército invasor. En el Puente de Cruzul (Becerreá) los lugareños lograron apoderarse de un numeroso arsenal bélico del ejército francés.
CÓMO LLEGAR:Desde Lugo por la A-6 a Pedrafita do Cebreiro, tomar la LU-633 a O Cebreiro, seguir a Rubiales, Vega da Brañas y Brañas da Serra.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: BRAÑAS DA SERRA / COTELA DO FARO / BRAÑAS DA SERRA.

LA RUTA: Nueva ruta en el corazón de Os Ancares, muy cerquita de O Cebreiro, en Brañas da Serra, minúscula aldea a 1.145 m. de altitud, rural, callada y solitaria como todas, y rodeada de sus huertas particulares, pero mirando a un paisaje de colorido excepcional en estas fechas otoñales.

Antes de llegar hemos parado en un mirador con vistas a Pedrafita do Cebreiro y a las sierras colindantes. También nos hemos detenido en otra aldea antes de Brañas, donde hay una palloza reconstruida para atraer visitas y en la fachada de una antigua casona, un blasón labrado en piedra que recuerda a señoríos medievales.

Iniciamos pasado el pueblo, por una ancha pista de tierra que comienza a elevarse en el primer recodo. El día está  luminoso pero gris, con restos de nubes bajas deshilachadas y con ganas de soltar algunas gotiñas de lluvia. El paisaje cercano es impactante, con fuertes contraste de colores entre la arboleda y los pastos.


Pronto tomamos un desvío a la derecha marcado por una extraña paleta de madera con la silueta de un corredor, como señalando una salida de escape. Este nuevo camino nos desciende un poco hacia una preciosa vaguada en forma de hoya, con pastizales donde pasta el ganado vacuno.


Rodeamos la vaguada girando a la derecha para subir por la otra ladera y meternos en el interior del colorido bosque, donde hayas, robles, quejigos y algún castaño, tapizan con sus hojas caídas el suelo de la pista. Remontamos suavemente tomando altura para girar luego a la izquierda.

El paisaje se mezcla entre los girones de nubes rasgadas, haciendo que destaquen mucho más los cuadriculados prados, con sus múltiples tonalidades del verde, y cuyos márgenes están delimitados por arboleda o matorral alto. Cercano siempre hay algún grupo de casas de labor o diminuto núcleo habitado.

El Track del GPS nos marca una variante de subida a la izquierda que más tarde conectaría con unos cortafuegos en la parte alta. No vemos ningún nexo que nos dé acceso a subir por la enmarañada ladera. La vegetación es tan densa y con abundante matorral de espino, que desistimos.

Proseguimos por el camino que debería ser el de regreso, cuando alcancemos A Cotela do Faro, decidiremos la vuelta. El paisaje nos sigue sorprendiendo con sus extensas laderas moteadas de amarillos,  ocres, y el marrón de los helechos secos. Sin dejar de subir, vamos virando a la izquierda.


Por medio de rampas y recodos vamos superando las pobladas lomas. Al cambiar de orientación, entramos de nuevo en otro bosquete de hayas y robles, a más altura, mayor grado de humedad, las rocas se visten de reluciente musgo verde y líquenes, los helechos se mantienen su vigor.


El camino supera la ladera haciendo largas lazadas, por lo que volvemos a entrar en el bosque pero a mayor altura, lo cual hace que los colores otoñales cambien y sean más intensos. Los rojos predominan sobre los ocres “incendiando” espectacularmente el pintoresco paisaje.


Conectamos con otro camino algo más inclinado, parecido a un cortafuego o es que ha sido ensanchado y desprovisto de arboleda cercana, lo que nos permite observar espléndidamente el paisaje de Os Ancares. La vistosidad de las laderas es impresionante, pocos paisajes lo pueden igualar.


Tras una inclinada cuesta alcanzamos una especie de collado amplio en el que enlaza con un tremendo cortafuego que recorre todo el cordal de la sierra hasta A Cotela do Faro, donde distinguimos su punto geodésico. El trabajo de desforestación ha terminado pero la franja de tierra roturada deja mucho que desear.


El tramo hasta la cumbre forma dos enormes toboganes con un fuerte y erizado desnivel de tierra todavía no asentada que dificulta el caminar. Mientras Susi espera en el collado decido subir hasta arriba, será la primera cima en tierras gallegas. Es un trecho duro pero factible. La masa nubosa empieza a cerrarse.


Excepto por las cortas vistas que me dejan las nubes, la subida no es nada bonita por lo inestable del terreno. Cumbre de A Cotela do Faro (1.616 m.) Es una cima roma que enseguida comienza descender hacia la otra vertiente. Pese a las nubes, consigo bonitas fotos del paisaje.


El descenso es fácil, con toda la mirada puesta en el colorido paisaje. Tengo que echar mano del zoom para distinguir a Susi en un ladito del cortafuego. Se aprecia perfectamente que la ladera contraria a la que hemos subido, fue pasto de las llamas y está siendo reforestada.

Tomamos unos hidratos de carbono y decidimos regresar por el mismo camino de subida. No tenemos nada claro que en la otra parte del cortafuego podamos encontrar una conexión con el otro camino. A esta altura las nubes se cierran y caen unas gotas, lo que reafirma nuestra decisión.

La lluvia apenas moja el piso del camino y la nube se queda enganchada en la cima, lo que nos permite tener nítidas vistas a las lomas cercanas con los remarcados pastizales. Volvemos a pasear por los hayedos y su suelo de hojas. A medida que perdemos altura la lluvia va cesando.


Las nubes se van deshaciendo y el paisaje sigue enamorándonos. Quizás influya que seamos de tierras de secano y cualquier retazo de hierba verde o chorrera de agua nos emociona, pero no, el paisaje es realmente hermoso y digno de ser contemplado.

Dejamos atrás el segundo hayedo, el primero en la subida, y llegamos al fondo de la pequeña vaguada para subir a la otra vertiente, donde volvemos a admirar la hermosa ladera pintada de colores otoñales, es como una obra maestra, un cuadro del que no puedes apartar la vista.

Llegamos a Brañas da Serra cerrando esta corta pero bonita ruta. Directamente subimos a O Cebreiro, a recordar viejos tiempos del Camino de Santiago. En las dos veces que lo hemos hecho, nunca hemos pernoctado, siempre ha sido paso. Hay buen ambiente de peregrinos y nos quedamos a comer. Cómo no, Menú del Peregrino.
RECORRIDO: LINEAL, IDA Y VUELTA.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 11,6 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 03:45 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 1.616 M. (Cotela do Faro)
ALTURA MÍNIMA: 1.145 M. (Brañas da Serra)
DESNIVEL POSITIVO: 643 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 643 M.
DIFICULTAD: MODERADA.


ROUTA DO PADRENDO, PR-G 28, SERRA DO XURÉS.

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El Parque Natural Baixa Limia - Serra do Xurés se sitúa en el suroeste de la provincia gallega de Ourense, extendiéndose por el sector extremo de la comarca de Baixa Limia. En el año 1993 se declaraba el parque natural de Baixa Limia – Serra do Xurés, mediante el Decreto 29/1993, del 11 de febrero (DOG nº 35, del 22 de febrero). Este parque natural abarcaba una superficie de 20.920 ha, repartidas entre los ayuntamientos de Entrimo, Lobios y Muíños. Posteriormente, se amplió a los ayuntamientos de Lobeira, Bande y Calvos de Randín mediante el Decreto 401/2009, de 22 de octubre, abarcando una superficie total de 29.345 Ha. El área se caracteriza por la presencia de un conjunto de sierras de naturaleza básicamente granítica y situado en el extremo sudoccidental de la provincia de Ourense (Leboreiro, Queguas, Quinxo, Santa Eufemia, Cruz de Piñeiro, Xurés y Pisco) y que conforman el límite natural con Portugal. La declaración de Parque Natural obedece a la necesidad de proteger la importante riqueza natural, orográfica, paisajística, etnográfica y arqueológica de esta zona, pero también a la utilización adecuada de los recursos disponibles para su buena gestión y aprovechamiento, entre otros aspectos, desde el punto de vista turístico. La actividad humana, presumiblemente desarrollada en este territorio de manera ininterrumpida desde hace unos 4.000 años, fue modelando un paisaje en mosaico en el que destacan hoy en día las grandes superficies ocupadas por los matorrales, medios rocosos y los bosques. Desde el punto de vista ecológico, son precisamente la extensión y estado de conservación de los matorrales y berrocales, uno de los valores que más contribuyó a la consideración de este espacio como una de las áreas de mayor interés dentro del contexto gallego e, incluso, noroccidental ibérico, desde hace prácticamente un siglo. El agua es otro de los elementos físicos que tiene una presencia importante y destaca en este parque. Los riachuelos originados por la fuerza de las aguas de la lluvia discurren por las grietas de las sierras formando saltos de agua que ofrecen una visión espectacular para los ojos de los visitantes. Pero el agua también se manifiesta de otra manera más tranquila, como en los embalses de Salas o Lindoso, creados con anterioridad a la declaración de este espacio natural protegido "donde es posible practicar actividades náuticas y deportivas que no necesiten para su ejercicio motores de explosión y que no tengan impacto sobre el medio natural". Cabe señalar también la existencia de aguas minero-medicinales que hacen posible el desarrollo del termalismo, destacando las del pueblo termal de Lobios.
CÓMO LLEGAR: Desde Ourense por la OU-540, antes de llegar al punto kilométrico 64, girar a la izquierda, hay cartel indicador de Padrendo 1,5 km.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: PADRENDO / ERMITA / TORNEIROS / COSTA DO SANTO / ARROYO / PADRENDO.

LA RUTA: Todo llega y todo pasa. Nuestro viaje al interior de Galicia está terminando. Hoy será nuestra última ruta. Hemos dejado Lugo capital y dormiremos en Ourense hoy y mañana, que dedicaremos a conocer la ciudad y a zambullirnos en las piscinas de la Estación Termal de Outariz.

El Parque Natural Baixa Limia - Serra do Xurés está en la raya fronteriza que separa Galicia de Portugal. En Padrendo, al igual que en todas las pequeñas aldeas que hemos visitado, impera el silencio y la tranquilidad, no solemos ver a ningún vecino pero sus calles y huertas están muy cuidadas.

Iniciamos callejeando por sus  calladas rúas en las que destacan las parras y sus emparrados, sostenidos artesanalmente con alambres, vigas o maderos que cruzan de parte a parte. Es la primera vez que vemos este sistema en la zona, hasta ahora todo eran cepas y viñedos abancalados.


Junto al caño de una fuente giramos a la derecha para acceder a la sorprendente “Eira Canastros”, la era de los hórreos. Nada menos que 17 hórreos, baluartes construidos en granito que siguen en pie y todos conservan su tejadillo. Posiblemente la explanada era comunal y servía para que todo el pueblo guardara el trigo.


Salimos del pueblo por una estrecha corredoira que poco después conecta con un camino asfaltado que entre casas de campo comienza a elevarse. Pasamos por delante de la Adega do Boiga, que como otras bodegas dispersas en la zona ocupan antiguas galerías mineras.


Entramos en otra corredoira que nos sigue subiendo, el bosque se vuelve exuberante pero con un grado de humedad muy elevado, donde las piedras y los troncos de los árboles están cubiertos por un musgo intenso. Enlazamos de nuevo con el camino asfaltado junto a un viejo hórreo.








Llegamos a la iglesia de Santa María del Valle de Río Caldo construida en 1818 y que actualmente está rodeada por las tumbas del cementerio. Dejamos el asfalto para tomar un sendero junto a un muro de piedra, la vegetación ha cambiado y predominan las coníferas, que siembran el suelo del rojo de la pinocha caída.


Es un caminar cómodo. El sendero se ensancha llegando a ser una nueva corredoira, que como en las anteriores, al entrar en un pequeño bosque de robles en las cercanías de algún regato o corgas, como aquí les llaman a los arroyos, se intensifican la humedad y los musgos otoñales. 


Sin llegar a entrar en él, pasamos muy cerca del pueblo de Bubaces. El día sigue siendo gris, y de vez en cuando caen unas gotas, pero la temperatura es agradable. En las laderas de la sierra de Santa Eufemia que tenemos enfrente, vemos precipitarse en escalonadas cascadas, el agua de algunas corgas que desaguan en el río Caldo.


Al salir de la vegetación tenemos a la vista el pueblo de Torneiros con cuadros de prado de  márgenes plantados de parras. Bonita entrada al pueblo bajo el colorido de los emparrados otoñales; y como en Padrendo, enseguida nos sitúan en un llano herbáceo donde están los hórreos.









No hay tantos como en Padrendo, pero su tamaño es mayor, alargados como vagones de ferrocarril. Éstos tienen la peculiaridad de que su tejadillo ha sido construido con losas de granito. Un puente de cemento salva las torrenciales aguas de la Corga Cortegazas E Alogua que también van al río Caldo.


Paseamos por los callejones de este ancestral pueblo entre hórreos y vistosos emparrados, tenemos que estar atentos a las marcas del PR, para poder encontrar la salida, sin darnos cuenta llevamos dos vueltas en círculo. Por fin lo logramos, subiendo por la derecha cuesta arriba.


Volvemos a cruzar la misma corga pero más arriba, aquí sus aguas están menos encauzadas y fluyen bravas hacia abajo. Enfrente, en la sierra de Santa Eufemia, pese a lo gris del día, vemos el blanco surco de las tumultuosas aguas que caen vertiginosas por la ladera buscando el curso del río.

Conectamos con una ancha pista de tierra que entre rampas y cerradas curvas comienza a elevarnos. Poco a poco llegaremos a la cota más alta de esta ruta en la Costa Do Santo (810 m.); la fisonomía del paisaje ha cambiando por completo, es un entorno de redondeadas rocas graníticas.

La foresta se ha reducido a pequeños grupos de pinos y herbosas laderas de matorral bajo, interrumpidas por erosionadas formaciones rocosas de granito, que sin llegar a tener la vistosidad de la Pedriza, rompen la monotonía del paraje. La nubosidad acorta las miradas al valle del río Caldo.

Comienza una larga bajada por la otra vertiente, que aceleramos al caer unas gotas de lluvia. Dejamos la pista por un sendero herboso donde la vegetación vuelve a ser exhaustiva y nos conduce junto al estrecho cauce de un arroyo cuyo nombre no aparece en el mapa.


Guiados por las estacas de madera del PR llegamos a la zona de los muiños, antiguos molinos movidos por la fuerza hidráulica. Construidos con bloques de granito, hoy en día están abandonados, en desuso e invadidos por las plantas trepadoras. Nos topamos con un grupo de espigados eucaliptus y llamativas setas rojas.


Por una hermosa corredoira dejamos el curso del arroyo y pronto comenzamos a tener vistas laterales de Padrendo y sus bonitos bancales emparrados. Poco a poco vamos cerrando la ruta hasta llegar al pueblo. Sorprendente y vistosa ruta, entre pueblos de marcado acento rural y  ancestrales Canastros.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: SI. En los pueblos.
DISTANCIA: 11,4 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 03:55 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 810 M. (Costa do Santo)
ALTURA MÍNIMA: 402 M. (Torneiros)
DESNIVEL POSITIVO: 498 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 498 M.

DIFICULTAD: MODERADA.

DEL CASTELL DE GARX ALS ARCS DE ATANÇOS Y EL PAS TANCAT

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El castillo de Bariz, también llamado Castillo de Garx, se encuentra situado en la localidad de Bolulla, en la comarca alicantina de la Marina Baixa, muy cercana a la localidad de Callosa d´En Sarriá.  El castillo se encuentra localizado al noroeste de la población, a unos 2 kilómetros de distancia, en lo alto de un peñasco  conocido como Peña de Garx, en lo alto del valle del mismo nombre, y donde se situó antaño una alquería árabe, hoy desaparecida. El origen de Bolulla es una alquería musulmana que un documento del siglo XV sitúa en la Vall de Garx y cuyo topónimo podría derivar del árabe Abu-i-Ùlyà. A 2,5 kilómetros al NO del pueblo, sobre un alto peñasco se encuentran las ruinas del pequeño castillo de origen musulmán. Se encuentra situado el castillo en la parte más escarpada, sobre un cerro de paredes verticales en la orientación norte, cuya altura topográfica alcanza 732 metros. El montículo es un promontorio que sobresale de forma escarpada de las laderas de fuerte pendiente que lo rodean. Hacia poniente, dentro de la cima se encuentra una zona más amplia, quizás ocupada por viviendas. El castillo tiene planta de forma irregular, que se adecua a las diferentes cotas topográficas. El acceso está protegido por varios tramos amurallados, lo que permite suponer la existencia de un recinto habitado del que no quedan restos materiales, aflorando tan solo la roca desprotegida de cubierta vegetal. En la cima se encuentra el recinto del castillo. Ocupa una superficie ciertamente reducida. En la actualidad se puede reconocer las murallas perimetrales, realizadas en tapial de mampostería; a estos elementos se adosan varios cubos cilíndricos, construidos en mampostería irregular. El interior del recinto está cubierto de hierbas, si bien, protegido por tierra, se encuentra el aljibe, dependencia de gran capacidad. Las paredes son de fábrica de tapial, cuyas paredes verticales se encuentran parcialmente recrecidas de ladrillo cerámico macizo. Los aspectos ornamentales son inexistentes y si hubo algún detalle en la actualidad ha desaparecido. Quedan en pie algunos tramos de muro y el aljibe, que conserva casi íntegramente la estructura espacial. Por las características morfológicas que se observan puede tratarse de un recinto cuyo origen se sitúa en época musulmana, con reformas y transformaciones posteriores. Junto con los actuales despoblados moriscos de Alcia y Garx formó una misma baronía que desde mediados del siglo XVI fue propiedad del arzobispado de Valencia. Entre los tres sumaban 14 casas en 1510, las mismas que en 1609, cuando tuvo lugar la expulsión de sus habitantes moriscos, siendo despoblada sólo Bolulla, que en 1646 apenas tenía 14 casas habitadas y pocas más, unas 16 casas, a comienzos del siglo XVII. La auténtica colonización humana debió de tener lugar después, ya en 1786 eran censados 631, que habrían crecido a 923 en 1857, cifra demasiado alta para un lugar con tan pocos recursos agrarios, por lo que a partir de entonces la tónica dominante ha sido la emigración, primero a Argelia, a plantar viñas para los franceses, luego a Norteamérica (comienzos del siglo XX), posteriormente a Francia y Alemania (años 50 y 60) y últimamente a Altea, La Nucía y Benidorm.
CÓMO LLEGAR: Por la Autopista AP-7 hasta Benidorm, salida nº 65 BENIDORM (LEVANTE) / CALLOSA D’EN SARRIÁ, por la CV-70 hacia La Nucía y Polop, por la CV-715 a Callosa d’En Sarriá, Bolulla y dirección Tárbena. Después de pasar Bolulla, en una curva cerrada en el punto kilométrico 45,6, tomar por la izquierda una estrecha carreterita asfaltada hasta el fin del asfalto, bajo el castillo de Garx. Se puede dejar el coche en los olivos.
COMPONENTES: VICENTE.
ITINERARIO: INICIO / CORRALS DEL COLLAT / CRUCE IZQ. / IZQUIERDA / SACANYAR / DERECHA / BARRANC DEL XORQUET / PLA DE L’ESPINAR / SENDA / ELS ARCS / BARRANC DE LES FOIES / CORRAL DEL POLL / ALJUB XORQUET / SENDERO / FOIA DEL CLOT / LA CLAPISSA / PAS TANCAT / CRUCE / FINAL.

LA RUTA: Primera marcha desde el regreso de Galicia. Hacía tiempo que no veníamos por la zona de la Aixortá, aunque esta vez no ascenderemos a ninguna de sus cumbres. Sin embargo, vamos a conocer nuevos senderos y parajes por  los que no habíamos transitado y con diferentes perspectivas al incomparable Bérnia.

Iniciamos desde la ladera de la Penya de Garx donde está ubicado el castillo del mismo nombre y del que distinguimos alguno de sus lienzos de muralla. Por la izquierda admiramos el profundo surco del Barranc Negre camino del Morro Blau, y por detrás,  metida en la bruma matutina, la Marina Alta.


El camino sube por delante de la casa de los antiguos Corrales del Collado ahora en ruinas. Tenemos nuevas vistas al Barranc Negre, al castillo, y al brumoso valle de Guadalest. Poco más adelante viene por la izquierda una senda marcada con mojones, aquí se cierra el círculo de la ruta.

Yo la hice en este sentido, se puede hacer en ambos, pero me pareció mejor tener de cara al regreso, el Pas Tancat, la Penya de Garx y el Bérnia. Es una estrecha y ligera senda que nos sube por la margen derecha del Barranc de la Canal o de la Serra. Llegamos a otros corrales que nos permiten seguir mirando hacia atrás.

Tomamos altura con bastante facilidad y tenemos una amplia perspectiva de todo el valle, y al fondo, la enorme barrera montañosa que forman el Bérnia y la serra del Ferrer, unidas y difuminadas por la bruma. Por delante ocupa la visión el gran peñón de la margen izquierda del barranco.

El último tramo es algo más inclinado, pero el sendero se abre paso con sencillez a media altura de la ladera. Tras las crestas de la margen izquierda comienza a despuntar el Morro Blanc (1.081 m.), poco a poco vamos concluyendo la subida, el collado se intuye cercano al final del Barranco.


Alcanzado el collado termina el Barranc de la Canal o de la Serra, y comenzamos a virar hacia la izquierda, con lo que dejamos de ver por detrás la brumosa silueta de la serra del Ferrer y del Bérnia. Por delante nuestra mirada la ocupa el majestuoso espolón del Morro Blanc al que nos vamos acercando.

La senda es irregular hasta que conectamos con un camino que nos dirige hacia la montaña, pasándonos por los Corrales de Sacanyar, todos ellos en ruinas y desde los que tenemos una bonita imagen del Alt de Cocoll (1.048 m.). Tomamos otro camino que va girando a la derecha hasta situarnos paralelos a la montaña.


Es un camino ancho y casi sin desnivel que nos pasea por la parte baja de la ladera. Se trata de  un camino distinto a la pista de tierra que accede al Área Recreativa de la Font dels Teixos y cuyo trazado se sitúa algo más arriba. En las peñas de enfrente distinguimos un escondido sester.

Marchamos ligeros, dejando atrás y arriba, la Font dels Teixos. Después salimos del camino por la derecha, por una trocha algo pedregosa que nos desciende un poco hasta situarnos en la ladera del Barranc del Xorquet, con buenas vistas a las crestas de la Aixortá y la Penya Alta (1.219 m.).

Esta trocha, se une al sendero que pasa por la Font de la Teula, escondida en la umbría y que apenas trae un hilillo de agua. La barrera de las crestas de la Aixortá se agiganta, distinguimos la gran oquedad circular en su centro, y algo que me hace sonreír, dos pequeños arces que colorean el otoño en la zona.


Después de diez días en Galicia tengo los ojos infectados de otoño, pero los diez arbolitos, los diez arces encendidos de ocre y rojo a los pies del Pas del Xic, reivindican que el otoño también pasa por estas tierras. Por cierto, tenemos pendiente una ruta por las crestas desde el Pas del Xic a la Penya Alta.


Salvamos el inicio del Barranc del Xorquet y comenzamos a remontar suavemente hasta alcanzar el Pla del l’Espinar. Pequeño rellano donde obtenemos las últimas vistas a las paredes de la Aixortá y al profundo valle que sigue inmerso en la bruma. Entramos en el bosque de pinos.


Un pedregoso e inclinado camino nos desciende hasta la pista principal, que seguimos por la derecha en sentido bajada. Entre los pinos tenemos una amplia vista al Cocoll. En la segunda curva del trazado a la derecha, salimos de la pista por la izquierda, está marcado con un mojón.

El sendero nos lleva unos metros por la umbría para comenzar a bajar por la derecha. Tomar precauciones para no resbalar por el fuerte desnivel. Enseguida comenzamos a ver parcialmente els Arcs de Atanços. Aunque la luz solar no es la mejor y cuesta centrarlos en las fotos, es agradable volver a verlos.

Según reza en una peana informativa: Els Arcs se han desarrollado en la ladera norte de la Serra de la Aixortá, en rocas calizas. En el Paleógeno, hace más de 30 millones de años, y cuando esta región estaba cubierta por el mar, se depositaron sedimentos carbonatados que posteriormente se transformaron en estas rocas.

Ahora proseguimos por el sendero del PR-CV 151, que linda con el Barranc de les Foies. Vemos una hermosa hiedra antes de girar a la izquierda por un bancal de almendros, donde tenemos una magistral panorámica del Barranc de la Canal y la Penya del Castellet (1.051 m.).


Sin dejar el PR, que ahora es camino, pasamos por el Corral del Poll, junto a un emblemático tejo. Volvemos a tener vistas del Cocoll y de la parte alta del Barranc del Xorquet. Llegamos a un cruce balizado con paletas informativas; seguimos por la derecha, hacia el Aljub Xorquer.

Aunque la información indique ida y vuelta, este será nuestro camino de regreso. Más adelante, en un desvío de pocos metros, llegamos al Aljub Xorquet junto a un bancal de almendros. Aquí termina el PR, pero el camino continúa. Tenemos vistas a la pared central de la Aixortá.


Por la derecha tomamos una senda muy definida que cruza una ladera de pinos jóvenes, y nos asciende  moderadamente siguiendo el curso del Barranc del Xorquet. Pasamos por la Foia del Clot con algún antiguo corral en ruinas. Hacia atrás la Aixortá va quedando cada vez más lejana.

Nos dirigimos hacia la Clapissa para comenzar a girar a la derecha, emprendiendo el rodeo a las laderas de la Serra del Racó Roig. El paisaje cambia por completo. Al tomar altura la profundidad del barranco crece y por su lecho pasan las testimoniales aguas del río Bolulla. 

Las paredes de la otra ladera son brutales en dirección a Tárbena, donde tenemos nuevas perspectivas a la Serra del Ferrer y del Bérnia, que continúan enturbiadas por la bruma, y otras mucho más cercanas de la Penya de Garx, coronada por las ruinas del castillo.


Terminamos de rodear los farallones del Racó Roig y el sendero se inclina suavemente para bajar, esto nos permite observar con detalle la cultivada ladera con la gran masa de pinar en la umbría, y en el cauce del río, el Pas Tancat. Un enorme peñasco de cara plana y romo en la punta que parece obstruir el barranco.

Concluimos dando la vuelta sin dejar de ver las ruinosas murallas del Castell de Garx. En el cruce de esta mañana cerramos el círculo, y por delante de los Corrales del Collado llegamos al coche, donde volvemos a tener una nubosa imagen de la Serra del Ferrer y del Bérnia. Preciosa y asequible ruta.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: SI. (Fuera de ruta en la Font dels Teixos)
DISTANCIA: 13,4 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 04:10 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.027 M. (Pla de l’Espinar)
ALTURA MÍNIMA: 557 M.
DESNIVEL POSITIVO: 548 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 548 M.

DIFICULTAD: MODERADA.

SIERRA DEL BUITRE, RUTA CIRCULAR POR EL RÍO BENAMOR.

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El río Benamor, también llamado Moratalla o Alharabe, desemboca en la margen derecha del río Segura después de recorrer 49 km. Nace al pie de las sierras de Alcaboche y Zacatín, cerca del Sabinar, a 1450 m s.n.m, y su confluencia con el río Segura se produce en las proximidades de Calasparra a 272,6 m s.n.m; la pendiente media, del 24 %, es de las más acusadas de todos los afluentes del Segura; posee una cuenca receptora de 345 km2 de extensión. El módulo absoluto del río es de 0,77 m3. Esta pobreza de caudal se debe a las reducidas dimensiones de su cuenca, la más pequeña de todos los afluentes del Segura, y al hecho de hallarse enclavada en un sector semiárido, salvo el tramo superior, situado en otro sub húmedo. Las inflexiones de la curva de caudal siguen la curva de las precipitaciones, con picos en otoño (septiembre) y en primavera (junio), mientras que los valores más bajos de caudal se registran en julio-agosto. Pese a todo lo expuesto, en ocasiones pueden producirse avenidas de importancia. Los materiales litológicos predominantes de la cuenca son las rocas carbonatadas consolidadas (calizas y dolomías) y las margas del Neógeno, en algunos pequeños enclaves. La vegetación de ribera está bastante degradada debido a los usos agrícolas. Quedan solamente algunos olmos, como vestigio de antiguas 01- medas (Aro-Ulmetum minoris), y algún chopo, como resto de antiguas choperas (Rubio tinctori Populetum albae). Las saucedas están mejor desarrolladas y en ellas conviven distintas especies: Salix eleagnos, S. purpurea, S. fragilis y S. atrocinerea. Las zonas más degradadas están colonizadas por grandes helófitos: Arundo donax, Phragmites australis y Saccharum ravennae, que dan paso a los juncales (Cirsio holoschoenetum), en los que dominan Cirsium monspessulanus, Scirpus holoschoenus, S. tabernaemontani y Carex hispida junto con diversas especies de Mentha: M. suaveolens, M. rotundifolia y M. longijolia. Dentro del agua sólo se reconoce un herbazal (Helosciadietum nodiflori) limitado por tapices de gramíneas tales como Cynodon dactylon y Paspalum vaginatum. En zonas de aguas remansadas o en las represas proliferan los céspedes monospecíficos de Zannichellia palustris o Potamogeton coloratus.

CÓMO LLEGAR:Por la A-7 E-15 hasta Murcia donde tomaremos la C-415 dirección Caravaca de la Cruz, seguir hasta Moratalla, donde tomaremos la MU-703 carretera de Campos de San Juan dirección a El Sabinar. Justo en el kilómetro 2 de esta carretera, hay un espacio de carretera inutilizada donde podemos aparcar.
COMPONENTES: VICENTE, PATRO Y SANTI.
ITINERARIO: INICIO / DERECHA Y CRUCE DE REGRESO / CAUCE DEL RÍO / SENDA / PISTA / SEGUIR RECTO / CORTIJO LOS BARRANCOS / SEGUIR PR / DEJAR PR / MOJÓN DE SUBIDA / PICO DEL BUITRE / GIRO IZQUIERDA / COLLADO / CAMPO A TRAVÉS / CAMINO / PISTA DERECHA / PISTA IZQUIERDA / ATAJO SIN SENDA / CAMINO IZQUIERDA / CRUCE REGRESO / FINAL.
LA RUTA: Volvemos a la provincia de Murcia, concretamente a Moratalla. A la sierra del Buitre ya subimos una vez, junto con el Nevazo desde Caravaca de la Cruz. El aliciente de volver es el transitar por el cauce del río Benamor, y el otoño es una buena época para hacerlo.
Iniciamos desde el aparcamiento, bajando por un carril asfaltado que poco después se convierte en una ancha pista forestal de tierra. Dejamos de ver Moratalla, y nuestras miradas se centran en la sierra del Buitre que tenemos enfrente, cuya cumbre sobresale entre la enorme masa de pinar.
El día está tapado y la bruma envuelve la parte alta de la sierra dl Buitre. La pista nos pasea entre casas de campo y bancales de olivos, avanzamos poco a poco hacia el interior del espeso bosque de pinos y en una barranquera vemos dos coloridos arces que el otoño ha pintado de amarillo.
Pasamos entre dos grandes balsas que forman el Embalse Regulador de Riegos del Benamor y cuyas aguas son canalizadas desde el principio de la cuenca, dejando apenas un reguero testimonial. Llegamos al punto donde se cierra el círculo de la ruta. Debemos seguir por la derecha.
Enseguida entramos en el cauce del río Benamor, es un mar de rocas acotado por la espesa pineda. Todo cambia en el paisaje, se torna más abrupto y salvaje; aunque en los primeros metros las cubetas son algo artificiales y se ven las rejillas por donde se cuela y canaliza el agua.
Es un cauce muy rocoso y húmedo, invadido por el pinar y una abundante vegetación autóctona de matorral bajo parecida al esparto, y que debido a las fuertes lluvias recientes, parecen estar peinadas marcando el curso del agua que debió ser muy tumultuoso.
El exiguo caudal de agua recorre tintineante el lecho del río, el cual tenemos que cruzar en repetidas veces buscando el mejor paso, extremando la precaución debido a las rocas mojadas y el fino barro que se adhiere a nuestras botas. Estamos alucinados ante este bello paraje.
Comienza una trabajosa marcha por el interior de un cauce muy accidentado; grandes rocas impiden el paso, o  pequeñas cascadas de agua resbaladiza por las que no se puede trepar,  nos obligan a dar un rodeo, subiendo y bajando para volver al curso del río.
El cauce no es muy profundo, pero si estrecho y agobiado por los pinos y la vegetación de ribera. A veces cuando una pequeña poza o remanso ocupan todo el lecho, resulta difícil abrirnos paso entre la foresta para flanquear el obstáculo.
Río arriba, aunque el desnivel no es fuerte, conlleva más esfuerzo que se ve recompensado por las diminutas maravillas que estamos viendo. Pequeñas chorreras que caen entre los grandes peñascos, o tenues cataratas que se precipitan en minúsculas pozas de aguas claras.
Para salvar un escoyo rocoso salimos del cauce por nuestra derecha, subiendo por la ladera de pinos, desde donde vemos precipitarse un chorrillo de agua. Volver al lecho de río resulta tan complicado como salirse de él, pero estamos consiguiendo el propósito de no mojarnos las botas.
Poco a poco el desnivel se suaviza y el cauce se abre dando paso al bosque de pinos. Por nuestra derecha dejaremos el río por un sendero muy pateado. Han sido unos dos kilómetros deliciosos de senderismo acuático. El sendero conecta con una amplía pista forestal que nos sigue elevando.
En una curva cerrada a la izquierda,  llegamos a una bifurcación de dos caminos, en una piedra hay dos flechas, una azul y otra amarilla, seguimos flecha amarilla, dirección sur. Este camino termina un poco más arriba, junto al Cortijo los Barrancos con su altiva chopera.
Vale la pena detenerse unos minutos a contemplar esta enorme casona, su fuente de agua que vierte en una pileta, y sobre todo, por sus gigantescas y espectaculares encinas centenarias. Sus troncos son descomunales y sus ramas forman un formidable entramado aéreo a gran altura. Precioso lugar.
Proseguimos subiendo por caminos y tramos de PR, teniendo vistas al nido de antenas de la cumbre del Buitre. Ya en la solana, caminamos bordeando unos campos de almendros para poco después por la izquierda, ver un par de mojones que marcan la senda de subida a la cima.
Senda bien definida y amojonada pero con fuerte desnivel entre el boque de pino negro con abundante matorral bajo, sobre todo de pequeñas sabinas. A medida que se inclina, la senda se deteriora y se vuelve pedregosa. Mirando hacia atrás tenemos una amplia vista del Nevazo.
El tramo final es muy erizado y por el espolón rocoso, es cuestión de tomárselo con calma  y ver cómo crecen las antenas al acercarnos. Hacia abajo un extenso mar de pinos cubre las laderas de los montes cercanos, y por delante atisbamos casi por completo la vega de Moratalla.
Pico del Buitre (1.427 m.) Todas las cumbres que tienen antenas son horribles. Otra cosa son las panorámicas que desde ellas obtengamos. Tenemos el pueblo de Moratalla a nuestros pies, y entre la masa de pinar distinguimos las dos balsas del embalse regulador del Benamor. Disfrutamos del almuerzo.
El descenso se efectúa por el lado contrario al de subida, después de las antenas. Es un sendero irregular de tierra que no está marcado, con fuerte pendiente y ramales que pueden confundir, hay que extremar la precaución. El sendero finaliza en una amplía pista forestal.
Marchamos por la cara norte y umbrosa del Buitre, entre el espeso pinar, del que sobresalen los farallones y puntiagudos espolones rocosos de la parte alta de la sierra. Una rampa corta la pista y por la derecha tomamos un camino para vehículos forestales que sube a la loma.
Bajamos la loma campo a través sin dificultad, virando un poco a la derecha para alcanzar un sendero que seguimos por la izquierda, y en unos 400 metros, enlazamos con otra pista entre el bosque de pino negro. Tendremos dos cruces más, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Unos 650 metros después tendremos un atajo por la izquierda poco definido, por una pequeña rambla o correntía que desemboca en otra pista forestal, que seguimos por la izquierda. El camino ya es definido y nos pasea por varios cortijos modernos, a la umbría del bosque de pinos.
Poco antes del cruce donde se cierra el círculo de la ruta, vemos un sapo de buen tamaño. Ahora solo nos queda pasar por las balsas que regulan los riegos del río Benamor, para finalizar la ruta en el aparcamiento. Ruta muy completa, destacando el tramo por el interior del cauce del río Benamor.
VER RUTA EN WIKILOC:
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: SI. (En el Cortijo los Barrancos)
DISTANCIA: 19,1 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 06:10 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.427 M. (Pico del Buitre)
ALTURA MÍNIMA: 670 M. (Río Benamor)
DESNIVEL POSITIVO: 866 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 866 M.
DIFICULTAD:ALTA. (Por el tramo del río Benamor y un trecho campo a través en el que hay que estar atentos al Track del GPS)


CIRCULAR AL MORRÓN LARGO POR LA CUEVA DE LA MONEDA.

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La cueva de la Moneda se ubica en la vertiente sur de Sierra Espuña, al norte del denominado Morrón Redondo, al pie del Peñón de la Moneda y sobre la rambla de la Sisquilla, a 748 metros de altitud. Todo ello dentro de los límites del Parque Regional de Sierra Espuña en el término municipal de Totana. Las coordenadas UTM de la “entrada 1 o principal” son 30S 628781E 4187776N, datum WGS84. El terreno está catalogado como Monte de Utilidad Pública, identificado con el nº 29 y denominado oficialmente como “Sierra Espuña de Totana”. Pertenece a la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. El acceso desde el interior del Parque Regional de Sierra Espuña se realiza por el collado Ballesteros, tomando la pista forestal de Campix, que en este tramo coincide con el GR-252. A 8,7 km desde collado citado sale hacia el sur el denominado camino de Los Algarrobos, por el que hay que descender 1,2 km hasta una cerrada curva a la derecha donde, a la izquierda, comienza el sendero de la cueva de la Moneda. Tras 1 km de recorrido en dirección este se llega hasta su entrada. Todos los accesos, tanto por collado Ballesteros como por Los Molejones, Mortí o La Pocera, están cortados al tráfico de vehículos motorizados, siendo necesaria autorización especial de la Dirección General de Medio Ambiente para transitar por ellos. La cueva está enclavada en un territorio de dolomías con brechas muy estratificadas, donde dominan los colores grises oscuros con algunas tonalidades azuladas. Su edad es triásica. La cavidad cuenta con dos entradas. La entrada 1, fruto del hundimiento de una parte del techo, es la que habitualmente se usa para el descenso. Tiene una vertical de -8 m donde es necesario el uso de cuerdas y equipos especializados. Antaño llegó a tener un gran tronco por el que numerosos visitantes descendían hasta el interior, tal como lo atestiguan los grafittis encontrados. La entrada 2 se encuentra junto a una pared al este de la cavidad. Es más angosta y tiene una vertical de -6 m. La cueva presenta una sala principal de grandes dimensiones, unos 63.000 m3 de volumen, y con unas medidas de 45 m de largo por 50 de ancho y 28 de altura. Tiene una pequeña galería en el extremo sur de la sala de 15 m de longitud por 2,5 m de anchura. En su interior se encuentran formaciones litogénicas endokársticas de gran tamaño tanto estalactitas, estalagmitas como grandes coladas en las paredes, todas ellas de singular belleza. Especial valor tienen las coladas estalagmíticas de más de 10 m de longitud y cerca de 12 de altura. Por sus dimensiones es “una de las mayores salas subterráneas de la Región de Murcia” conocidas y “uno de los más bellos anfiteatros naturales del parque”. El origen de la cavidad podría estar vinculado a un primer derrumbamiento de gran magnitud, el cruce de fallas y cabalgamientos de diversos materiales en la zona, seguido de la acción posterior de diversos movimientos tectónicos. La circulación interna del agua durante millones de años ha dado lugar a los interesantes espeleotemas de su interior. Los movimientos son evidentes pues existen numerosas formaciones de gran tamaño y peso caídas desde el techo y en algunas zonas se observan cortes longitudinales en las coladas calcáreas que evidencian movimientos importantes del terreno. 
CÓMO LLEGAR:   Autovía A-7 hasta Murcia, salida por la nº 138, continuar por la E-15 ALMERÍA/GRANADA, salida por la nº 620 TOTANA, continuar por la RM-502 dirección La Santa hasta la Casa Forestal de Mortí. Si no se conoce su ubicación, está a unos 5,7 km de Totana, a la derecha. Aproximadamente 1 km después de la Urbanización La Charca.
COMPONENTES: VICENTE.
ITINERARIO: CASA FORESTAL MORTÍ / COLLADO DE LAS CHAPARRAS / DESVÍO CUEVA / CUEVA DE LA MONEDA / COLLADO DE LA ZURRA / DESVÍO CUMBRE / MORRÓN LARGO / DESVÍO / SENDA IZQUIERDA / CASA DEL PEÑÓN/ CASA FORESTAL MORTÍ.

LA RUTA: Volvemos a Sierra Espuña para visitar su zona sur, desconocida para nosotros. Lejos de las grandes alturas, proponemos una ruta agradable y muy asequible, dentro del perímetro del Parque Regional y su frondoso bosque de pinar, con el aliciente de visitar la Cueva de la Moneda.

Iniciamos desde la Casa Forestal de Mortí, solitaria a estas horas. Por su derecha tomamos la ancha pista y una vez sobrepasada la casa proseguimos por la derecha. El camino hace varias curvas y nos eleva, teniendo a la vista la gran escultura del Corazón de Jesús sobre la loma.

En suave ascenso vamos rodeando la colina. Tras una gran balsa de riego viene una sucesión de casas de campo con cuidadas huertas y extensos bancales de vides emparradas y protegidas con plásticos blancos. El camino serpentea tomando dirección hacia el Morrón Largo.


Llegamos a la puerta de entrada al Parque Regional, que prohíbe el paso a vehículos. Comienza el vallado y el camino Forestal los Algarrobos, lindando con la Rambla de los Arcos y flanqueado por denso pinar, entre el que atisbamos algunas oquedades en las paredes de enfrente.


Sin dejar de subir el camino tomar dirección hacia el Morrón Redondo (881 m.) con su bonita estampa. A sus pies hay una diminuta central eléctrica o transformador, y un poco más arriba la Casa del Algarrobo al inicio de la pineda. El camino hace un brusco giro a la derecha.


Pasamos cerca de varias casas y antiguos corrales de ganado en abandono o muy deteriorados, utilizados para guardar aperos de labranza para algunos bancales de olivos. Tenemos otra vista más centrada del Corazón de Jesús. El camino comienza a rodear el Morrón Redondo.

Alcanzamos el collado de las Chaparras. Aquí dejamos el camino Forestal del Algarrobo, que se va por la izquierda. Tomamos un sendero señalado con mojones que continúa recto entre el bosque de pinos y lindando con la rambla de la Sisquilla, subiendo y rodeando el Morrón.

Este sendero nos alivia de la pista forestal y tenemos que estar atentos a un mojón más grande, que marca el desvío por la derecha hacia la Cueva de la Moneda. La nueva senda es menos compacta, sube y baja pegada a la ladera de la rambla, reforzada con numerosos mojones y en un entorno más silvestre.


Cueva de la Moneda (748 m.) Su boca no es muy grande y tiene una caída vertical de unos ocho metros, por lo que es necesario material especial para su descenso. Hay poco espacio para poder observar su primera sala, quizás la más expoliada, existe otra sala de amplias dimensiones, con galerías y coladas de gran belleza.


Deshacemos el kilómetro de senda de la cueva al colladito del mojón. y continuamos girando dirección oeste hasta que de nuevo reencontramos el Camino Forestal del Algarrobo, que entre revueltas prosigue elevándonos. Ya estamos situados por detrás del Morrón Largo, entre la pineda vemos la Torre de Vigilancia Forestal.

Poco después arribamos al Collado de la Zurra donde por la derecha se une a nosotros el Camino de Campix marcado como GR-252. Luego, tras la Rambla de los Arcos abandonamos el camino principal por un ramal a la izquierda que nos dirige hacia la cima. En los pinos distinguimos algunas trampas para la procesionaria.

Es un ancho camino que con largas lazadas y rampas nos sigue elevando con buenas panorámicas al Morrón Redondo, y por detrás, una imagen poco conocida, la cara sur de Peña Apartada (1.406m.), a la que poco a poco se le añade otro invitado, la parte alta del Morrón Grande (1.583 m.).

Arriba, llegamos a la Torre de Vigilancia Forestal, cerrada en estas fechas, y que es el punto más visible desde los alrededores. Nos extraña ver una cabina de un wáter portátil, quizás sea para el guarda en las épocas de vigilancia. Preciosas vistas a la población de Aledo.


El vértice geodésico se encuentra unas decenas de metros al Este, sobre la peñascosa cresta. Morrón Largo (906 m.) Obtenemos preciosas vistas pese a lo apagado del día; Totana y sus cultivos, el Morrón redondo, Las Cunas o Peña Apartada, y un cachito del Morrón Grande y   del Pedro López.


Tras un buen almuerzo iniciamos el regreso deshaciendo el camino de las lazadas, mirando hacia atrás la torre vigía y despidiéndonos del Morrón Redondo, hasta llegar al desvío y seguir por la izquierda el GR-252.  Pronto, en la primera curva cerrada, lo dejamos de nuevo por una senda a la izquierda.

Empieza un bonito recorrido a media ladera entre el bosque de pinos con suave desnivel. En un rincón sorprendemos a un grupo reducido de cabras que desaparecen rápidamente. Traspasamos por un agujero la valla del Parque Regional y el paisaje se ensancha.

El Sendero parece terminar pero se prosigue por unos despejados bancales. Una cadena cierra un camino y continuamos por la derecha dejando atrás la Casa del Peñón, y las miradas a las grandes alturas de Sierra Espuña. Aparece el sol deshilachando las nubes.


Marchamos por debajo de los altos farallones del Morrón Largo, el desnivel se mitiga y la senda se torna rápida, con buenas vistas cercanas al Corazón de Jesús, el Santuario de Santa Eulalia de Mérida, y coronada en lo alto de la loma, la privilegiada urbanización Montysol.

Nos metemos en el monte bajo, y desde un pequeño mirador circular con un joven algarrobo en el centro, tenemos una espléndida vista frontal del Morrón Largo y su rocosa barrera; es un punto muy concurrido a estas horas por caminantes, senderistas y corredores.

Vamos cerrando la ruta. Tras un soterrado aljibe ya tenemos a la vista la parte trasera de la Casa Forestal de Mortí y nuestro aparcamiento. Ha sido una tranquila excursión por la zona baja de Sierra Espuña, solitaria en muchos rincones y muy frecuentada por ciclistas.

VER RUTA EN WIKILOC:
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 18,4 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 04:35 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 906 M. (Morrón Largo)
ALTURA MÍNIMA: 432 M. (Casa Forestal de Morti)
DESNIVEL POSITIVO: 557 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 557 M.

DIFICULTAD: MODERADA.

SUBIDA AL CARCHE POR LA VERTICAL

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La Sierra del Carche se encuentra en el cuadrante nororiental de la Región de Murcia y reparte su superficie entre los términos municipales de Jumilla y Yecla. Ha sido declarada recientemente Parque Natural Regional y los límites actuales y normas de gestión vienen definidos por su Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN). Además, es uno de los espacios regionales propuestos como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), para formar parte de la Red Natura 2000. Este conjunto montañoso cuenta con 5.942 hectáreas de superficie e incluye las sierras de El Carche (La Madama, 1.371 m.), Las Pansas y el diapiro salino del Cabezo de la Sal. Entre los lugares de mayor interés y más llamativos para el visitante destacan el Cabezo de la Rosa, la Madama del Carche, el Barranco de la Gorafía, la Umbría del Revolcador, la Peña del Castelar, el Barranco de San Cristóbal, la Pedriza, la Solana de la Alberquilla, el Barranco del Saltaor, la Curiosa y la Fuente de la Sanguijuela. La Sierra del Carche es un espacio singular por las diferentes especies de fauna y flora que contiene y por sus distintos estratos geológicos. El Parque dispone de un albergue municipal, que se cede gratuitamente a los grupos excursionistas que lo visitan durante todo el año para disfrutar de la naturaleza. El hombre ha habitado en esta sierra desde antaño. Este hecho lo demuestran los yacimientos arqueológicos, pertenecientes a la Edad del Bronce, y los asentamientos ibéricos que han sido encontrados. Destacamos la Cueva del Castellar, Los Castillicos del Salero y La Romanía. También encontramos algunas villas y un acueducto (La Romanía) de época romana al norte y oeste del Parque. En el Cabezo de la Rosa aparecen abundantes fragmentos de cerámicas medievales correspondientes a vasijas y tinajas de gran tamaño. Un elemento destacable de la Sierra, en la umbría de La Madama, es un Pozo de la Nieve del siglo XVII, destinado a conservar y almacenar.
CÓMO LLEGAR: Salida en dirección a Aspe por la CV-84, sin entrar en la población seguir por la CV-846 a La Romana, en la rotonda continuar por la CV-834 hasta conectar con la CV-83 hasta Pinoso. Tomar dirección Jumilla por la RM-427 y a los 7 km en una curva está la Venta Viña “P”, seguir por la pista de tierra durante 2,3 km, poco después de las Casas de la Curiosa, en los restos de una pequeña cantera  donde cruza el Barranco de la Mina y bajo unos pinos, podemos aparcar.
COMPONENTES: VICENTE.
ITINERARIO: BARRANCO DE LA MINA / SIMA DE LAS GRAJAS / LA MADAMA / ATAJO 1 / PISTA / ATAJO 2 / CUEVAS DEL CACHORRO / SEGUIR RECTO / GIRO A LA DERECHA / SENDA / CASAS DEL CANTAL / ATAJO 3 / SENDERO / CRESTAS / CAMINO COLMENAS / BARRANCO DE LA MINA.

LA RUTA: El lema del Blog de Vaig a Peu, es buscando nuevos senderos, y en ello estamos. Después de más de 40 años subiendo al Carche nos han sorprendido un nuevo sendero, todavía es una trocha y está sin marcar, apenas unos cuantos mojones y con un desnivel muy erizado.

Así que hoy vamos de estreno. Como siempre que partimos de Viña “P”,  iniciamos desde el Barranco de la Mina, junto a la pequeña cantera en desuso. El día está claro y despejado, el sol ya alumbra la peña del Carche. Por la ancha pista traspasamos la puerta de entrada al Parque Natural.

Unas decenas de metros después dejamos la pista por la izquierda, salvando una pequeña rambla y subiendo a unos bancales de almendros, para enseguida comenzar a ver unos mojones en la ladera, que poco a poco van reafirmando el sendero entre el matorral de esparto.

Suavemente vamos tomando altura mientras por detrás el sol ilumina el altiplano, y nos dejar ver la sierra de la Pila. El sendero nos dirige hacia el barranco de la Mina, concretamente a la parte superior de su ladera izquierda, según el sentido de nuestra marcha.

Una vez alcanzada la arista del barranco los mojones se hacen más visibles de roca en roca, es una trocha fácil de seguir, pero su desnivel se torna muy exigente a cambio de ir elevándonos con mucha rapidez. En los descansillos para tomar aire comprobamos la altitud superada.


Desde arriba vemos el serpenteante trazado de la pista forestal surcar la otra ladera.  El sol ha superado las crestas y sus rayos nos deslumbran, impidiendo hacer buenas fotos de esa zona. Los pinos comienzan a ralear y solo los matorrales de romero y esparto nos acompañan.

El sendero, que en algunos puntos parece recién excavado, y martilleado rompiendo rocas que luego han sido ordenadas siguiendo el mejor trazado, no deja de encresparse hacia arriba. Por detrás una persona joven y con buen ritmo nos da alcance y nos adelanta.


En algunos tramos de la arista sobrepasamos farallones rocosos en los que tenemos que apoyar las manos o rodearlos por su mejor lado siempre en ascenso. En otros transitamos por su cordal, donde se obtienen buenas vistas del Barranco Ancho por la izquierda.


Con la altura el altiplano murciano va ganando en extensión y las panorámicas son espectaculares. Cuesta arriba el sendero vuelve a erizarse, el matorral es más abundante y los pinos vuelven moderadamente al entorno de la arista, son ejemplares medianos con poca tierra donde agarrarse.


Sobre el perfil del trazado dejamos atrás dos grupos de retorcidos troncos de pinos, grandes ejemplares abatidos posiblemente por la meteorología. Las laderas parecen más pobladas de pinar que se mezcla con algunas carrascas de porte bajo. Por detrás distinguimos los reflejos del sol sobre el mar.

El itinerario empieza a virar haciendo una larga y suave curvatura izquierda-derecha,  dejándonos tener a la vista nuestro objetivo de hoy, las antenas de la cumbre, y tirando de zoom en la cámara, vemos hasta el refugio. Esto nos amina y nos marcamos como referencia el frontal rocoso de la sierra.

El fuerte desnivel no cesa, pero la gran altura tomada nos permite tener dilatadas miradas, cada vez más extensas; en la zona alicantina que es más montañosa parecen en 3D, y casi encumbrando la loma, las primeras vistas del entorno jumillano, con las Salinas de la Rosa.








Un empujón más y culminamos, Morra de la Mina (1.329 m.) Junto a un pino está la Sima de las Grajas. Hay que extremar la precaución, esta cavidad es un corte limpio de 25 m. de largo, por 2 m. de ancho y 45 m. de profundidad, no tiene protección alrededor. Para su descenso es  necesario material y técnicas verticales.


Desde aquí tenemos preciosas vistas a la cumbre. El sendero prosigue bajando al diminuto collado que forman las dos cimas, luego remontamos hasta la pista forestal, subiendo unos peldaños y un corto recorrido entre antenas hasta llegar al encantandor refugio de madera.


La Madama del Carche (1372 m.), coincidimos con tres ciclistas también ilicitanos. El refugio se mantiene limpio, pero ha sido visitado por los gilipollas del espray. Almorzamos al sol, con la esplendida vista al mar Mediterráneo, lejano en línea recta, pero perfectamente visible.

Iniciamos el regreso deshaciendo el sendero hasta la pista forestal, siguiendo por ella hasta poco más allá de la antigua plataforma de salto en parapente, donde la dejamos por una senda a la derecha, inclinada y pedregosa que conecta de nuevo con la pista. Este es el primero de los atajos.


Poco después, también por la derecha entre los pinos tomamos el segundo atajo, que nos devuelve a la pista tras pasar por las Cuevas del Cachorro, hay que salvar una viga de hierro que impide el paso de las motos. Muy cerca veremos un hermoso pino de tamaño descomunal.

En pocos metros llegamos a un cruce de caminos balizado con un gran pilón cuadrado. La pista forestal continúa por la derecha hacia las Casas del Cantal, pero nosotros tenemos que seguir de frente, hacia la ladera de pinos, donde remontamos una corta y empinada cuesta.

Este camino es nuevo para nosotros. Al poco hace un giro de 90º a la derecha y prosigue sin apenas desnivel. Poco más tarde hace un pequeño giro a la derecha hacia un descampado marcado con mojones, y a la entrada de la pineda otros mojones, marcan el inicio de una senda.


Preciosa y rápida senda en suave descenso. Entre las ramas los pinos podemos ver la Madama en todo lo alto de la sierra. El último tramo es de bajada más acusada y termina otra vez en la pista forestal, con dos mojones haciendo de puerta junto a las derruidas Casas del Cantal.

Nos dejamos llevar por la pista hasta una curva donde tomamos el tercer atajo, por un corto sendero casi paralelo a la pista. Un poco más de pista y en una cerrada curva a la derecha la dejamos definitivamente, por otro sendero que ya conocíamos y que nos mete en el bosque de pinos.

Mientras la pista baja haciendo numerosas eses, el sendero desciende un poco y remonta hacia las paredes. Antes, tenemos una impecable mirada a la terrible arista del Barranco de la Mina, por la que esta mañana hemos subido. Llegamos al paso entre las crestas por el que salimos a la otra vertiente.

El paisaje cambia y bajamos hasta conectar con el Camino del Collado de las Colmenas, que seguimos por la derecha. Ahora solo tenemos que dejarnos llevar hasta el cruce con el Barranco de la Mina y el coche. Magnifica la nueva senda por el barranco. La calificamos de moderada por el esfuerzo, sin contratiempos técnicos.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 10,05 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 03:40 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.372 M. (La Madama del Carche)
ALTURA MÍNIMA: 735 M. (Barranco de la Mina)
DESNIVEL POSITIVO: 690 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 690 M.

DIFICULTAD: MODERADA.

LA SERRA DEL FERRER DESDE EL COLL DE RATES.

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La sierra del Ferrer, es la  gran desconocida entre las montañas de la provincia de Alicante, quizás por el renombre y magnitud que tienen sus vecinas, a las que acuden cada fin de semana la mayoría de senderistas y montañeros. Queda conformada por una afilada cresta con verticales caídas, principalmente las que quedan orientadas al oeste. Su alineación dibuja una línea paralela a la costa y conecta en perpendicular con su hermana sierra de Bernia, solo separada por el profundo Barranc del Curt. La Sierra del Ferrer está situada entre la de Bérnia y la del Carrascal de Parcent, en la línea divisoria entre las dos Marinas (Alta y Baja), en el País Valenciano. Esta sierra es conocida también con el nombre de Peña Latebra, palabra que en latín significa escondite. Su cota máxima es el Pico del Ferrer o Peña Migjorn como es conocida en Tárbena. Con una longitud de 5 kilómetros, se eleva hasta los 898 m. de altura, y separa los términos municipales de Tárbena, Jalón y Alcalalí. En la vertiente oriental de la Sierra del Ferrer nace el Barranc de Murta que, tras atravesar la partida del mismo nombre, se une al Barranc de Masserof para formar el Riuet de Cuta, tributario del río Jalón-Gorgos. El paraje donde se juntan se denomina Pla dels Barrancs y se encuentra a unos 1,5 kilómetros de la población de Jalón. En el flanco norte de esta sierra se origina el Barrancde les Passules o Barranc Negre, que es también un afluente del río Jalón-Gorgos. Por la vertiente occidental nace el Barranc de l’Olm que discurre paralelo a la sierra, y en la partida del  Bancal-Llarg se une alRuiet de Sacos, que más abajo toma el nombre de Río Algar.
CÓMO LLEGAR: Por la AP-7 dirección Valencia, salida en la número 64 ALTEA /CALPE, continuar por la CV-755 hasta Callosa d’Ensarriá, en la rotonda tomar la CV-715 dirección Bolulla y Tárberna hasta llegar al Coll de Rates. Aparcar sin llegar a subir al Restaurante.
COMPONENTES: VICENTE.
ITINERARIO: COLL DE RATES / DESVÍO LA TEBRA / SUBIDA / ANTENA TV / TRAMO MUY AÉREO / POR DEBAJO DE LA CRESTA / 814 M. / 839 M. / COLLADO DE LA CANAL / PIC DEL FERRER / TORRE ELÉCTRICA / DESCENSO / DESVÍO PISTA / DESVÍO BANCALES / BARRANQUET DEL REPELAT / ANTIGUA SENDA / CARRETERA CV-749 / MASSEROF / DESVÍO BARRANC NEGRE / CRUCE SUBIDA / COLL DE RATES.

LA RUTA: La última vez que visitamos la Serra del Ferrer hace casi cinco años,  fue desde el Caserío de Masserof por el Collado de la canal, recorriendo las crestas hasta la cima y bajar por la torre eléctrica. Tengo grandes recuerdos y buenas fotos de un día casi primaveral.

Encontré un Track de Toni Cama que hace la ruta desde el inicio de la cresta, donde hay tramos muy aéreos y expuestos, para en el regreso acortar por caminos sin mucho asfalto. Como siempre hay que dejar claro que estas rutas no son aptas para todo el mundo, tienen pasos arriesgados que requieren mucha experiencia.

Al final ha fallado el grupo y me he quedado solo, pero no he querido cambiar la ruta. Inicio desde el Coll de Rates cruzando la carretera y tomando el camino de tierra. El día no está muy claro, sobretodo en la costa, donde la bruma y las nubes bajas no terminan de levantar.
Después de una gran revuelta del camino, viene un desvío a la Tebra por la izquierda,  por una senda con abundante vegetación, marcada con cintas de plástico, posiblemente haya habido una carrera. Aparece en el horizonte la Serra del Ferrer y Tárbena escondida entre las montañas.
Se debe bajar un poco para terminar de rodear la Penya de Coll de Rates, a la altura de los cuidados bancales de El Massil; llegar al inicio del cauce del Barranc Negre, donde tenemos espectaculares vistas al Puig Campana y Ponoig entre la bruma, y la Serra del Castell de la Solana algo más despejada.
Hay que remontar el incipiente inicio del Barranc Negre y directamente comenzar a subir por la ladera, por un empinado sendero muy claro entre la vegetación y que asciende con rapidez, dejándonos elevadas vistas del entorno, y frontales al primer morro de la sierra.
La vegetación arbórea va desapareciendo y el sendero es pura roca. Se gira un poco a la izquierda buscando el cordal de la sierra con facilidad, avanzando hasta un largo e inclinado pasillo rocoso, que una vez superado nos deja libre y despejado el cordal y la cresta de la sierra.
Las vistas, cada vez más aéreas, se amplían a los cuatro costados al tiempo que se progresa. Pronto se llega al primer punto de referencia, una antena de televisión caída y un cajón de madera que contiene sus accesorios, a su lado un pequeño ventilador, que no sé qué demonios hace aquí arriba.
En el siguiente trecho la cresta se aprieta y afina, hay que asegurar cada paso. Una vez llegado al Waypoint “Trecho muy aéreo” pliego los bastones y guardo la cámara en la mochila para tener las manos libres. Pero apenas recorro unos quince metros, la prudencia me recuerda que voy solo y que no debo seguir.
Sin tener que reprocharme nada, intento salir airoso de esta situación. Vuelvo atrás con mucha más lentitud de la que he llegado. Voy dándole vueltas a cómo proseguir la ruta; desde la antena recuerdo haber visto rastros de senda en la vertiente del Barranc del Llom, pero eso significaría casi iniciar de nuevo.
Hago un intento fallido al no haber bajada, y poco antes de la antena lo intento de nuevo,  esta vez sí parece posible. Poco a poco, escalonadamente, pegado a las paredes y haciendo sencillos destrepes consigo llegar a tierra firme. Recupero los bastones y la cámara para continuar marchando por la base de la cresta.
Situado entre los dos espectaculares morrones, admiro los impresionantes pliegues rocosos que han moldeado esta sierra. Resulta sencillo, por los muchos agarres y apoyos que existen, ir trepando y subiendo hasta el segundo de los espolones; una vez arriba vuelven las tremendas panorámicas.
Vuelvo a estar en el cordal de la cresta. Compruebo visualmente el tramo que he renunciado a pasar, y es tremendo,  muy afilado y vertical. Me siento satisfecho de poder proseguir. Sin tensiones, pero siempre mirando atrás, comprobando y admirando la agreste belleza de esta sierra.
Por delante tenemos una singular y amplia mirada a la sierra de Bérnia, con una delgada franja de bruma baja a sus pies. Alcanzamos el punto más elevado hasta ahora, 814 m., atrás las crestas predominan sobre la Vall del Pop mucho más alejada.
La fisonomía de las crestas va cambiando, ya no son tan pétreas, sino quebradas e irregulares, con el incomodo lapiaz y abundante matorral bajo. El mar se va aclarando y obtenemos una preciosa vista al Morro de Toix, la Oltá y al Penyal de Ifach que ahora vemos al completo.
Es preferible caminar por el filo de la cresta subiendo en ocasiones, y sorteando en otras, algunos enclaves rocosos por la izquierda. Realmente es un espectáculo visual el tránsito por esta sierra, con apenas novecientos metros, por su situación, es uno de los mejores oteros de la provincia.
El GPS marca otro punto de referencia a los 839 m., para luego llevarnos por la izquierda, salvando un entorno de estrechas paredes verticales por las que no es necesario subir por su filo. De frente, ya tenemos a la vista el enorme morrón donde está ubicada la cumbre.
Seguimos esquivando puntiagudas agujas y planas losas verticales, donde la vegetación de coscoja y el matorral de romero son abundantes, también algunos ejemplares de pino han conseguido enraizarse entre las rocas y mantener el equilibrio en lo alto de los peñascos.
Por medio de un pasillo rocoso subimos a otro escollo y comenzamos a descender escalonadamente hacia un sendero que vemos abajo, en el Collado de la Canal. Tenemos magnificas vistas al Penyal de Ifach por un lado, y por el otro a todo el macizo de la Aixortá y Aitana.
Una vez pasado el Collado de la Canal, siguiendo el sendero por la derecha, comenzamos a remontar por la umbría una empinada cuesta entre las paredes, superada la elevación, por fin tenemos a la vista la cima de la Sierra del Ferrer. Las miradas al paisaje son apasionantes.
Empieza un acercamiento tranquilo, sin tener que salvar roquedos y crestas, solo subir y bajar alguna cuesta. La última, la más inclinada, destaca por tener un pequeño bosquete de carrascas arriba. Mientras se llega, las vistas a paredes y espolones rocosos son envidiables.
Pic del Ferrer (898 m.), tan solo una piedra decorada con un anagrama sobre una roca marca la cumbre. Me zampo el almuerzo contemplando panorámicas de 360º, Tárbena a los pies del Castell dels Moros y la grandiosidad de la Aixortá,  el Penyal de Ifach escondiéndose, y el resto de cresta por recorrer.
Proseguimos la marcha bajando un poco, el cordal de la sierra es ahora más transitable por lo que podemos seguir observando el paisaje con la Sierra de Bérnia cada vez más cercana, el Montgó saliendo de la bruma, y sin embargo el resto de crestería parece emerger de ella.
Los últimos farallones rocosos se esquivan por la izquierda, entre rocas sueltas y matorral bajo hasta alcanzar la torre eléctrica. La última vez que la vi estaba en pie, ahora le han sido aserradas sus cuatro patas metálicas derribándola. Damos la última mirada a Tárbena.
En este punto debemos comenzar a bajar por la izquierda, intentando trazar una diagonal hacia los bancales de cultivo, no hay una senda estricta, solo algún esporádico mojón. Es un tramo muy incómodo, al tener que salvar estrechas y constantes terrazas abancaladas en abandono.
Una vez alcanzados unos bancales de viña se llega a unas casas de campo y a un camino de tierra que seguimos por la izquierda. Las nubes del Bérnia parecen derramarse sobre sus crestas. El camino  se abre paso entre bancales de almendros y casitas de aperos, todas ellas con aljibe cercano.
Dejamos el camino para atajar por otros bancales de viña de suelo firme, por los que se avanza con fluidez hasta llegar al Barranc del Repelat, que esquivamos bajando un poco. Al llegar a la Casa de Julie, de frente por la izquierda nace una antigua senda que nos conecta con la carretera CV-749.
Tenemos que caminar unos dos kilómetros por el asfalto hasta llegar a los restaurantes de Masserof y Casa Susi, en este último giramos a la izquierda por un camino de tierra, para luego por la derecha tomar una senda ciclista que tras un largo trayecto conecta con una carreterita.
Enseguida tenemos que dejarla por la izquierda, por un camino que se convierte en sendero y que va ascendiendo por el Barranc Negre, que más abajo pasa a llamarse de les Passules. Es un esforzado tramo con mucha humedad y que rodea la Penya de Coll de Rates hasta conectar con el sendero de subida inicial.
Cerramos el círculo de la ruta junto a los bancales y la casa El Massil,  solo nos queda hacer el regreso por la Tebra, enlazando con la pista de tierra y llegar al Coll de Rates. Volvemos a tener el frontal de la Sierra del Ferrer mientras el sol va decayendo. Ha sido una ruta espectacular.
VER RUTA EN WIKILOC:
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 15,2 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 07:00 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 898 M. (Pic del Ferrer)
ALTURA MÍNIMA: 355 M. (Carretera CV-749)
DESNIVEL POSITIVO: 720 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 720 M.

DIFICULTAD:DIFÍCIL.

AL CAU PER EL BARRANC DE SANTA MARÍA Y EL CAMÍ DE LES VOLTES.

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Siempre tuve curiosidad por conocer de donde procedía la piedra con la cual se construyó nuestra basílica de Santa María. Mantenía en mi pensamiento un lugar que habría de distar poco de Elche, muy cercano al pueblo; es decir, amparado en el transporte lento de los carros, rodando sin prisa alguna. Así que, llevado de tan inquietante pensamiento, hablé con un amigo conocedor de los montes cercanos, quien me dio la noticia de saber donde se hallaban las dichosas canteras. Es más, se ofreció enseguida para ser raudo y amable guía. Lo cual supuso que ajustásemos de inmediato el día de la excursión. Comentaré que iniciamos la caminata -junto a otros compañeros interesados en la historia- penetrando en el barranco de San Antón, una vez pasada la urbanización Buenavista. Y seguimos su cauce, tachonado de agrestes entrañas, venciendo continuos obstáculos. Era, insisto, un ramblizo rendido al paso del tiempo, donde se hacía difícil avanzar. Cosa curiosa: dicho paso, trazado sobre el fondo de la barranca, seguía un rumbo asfixiante que se curvaba y retorcía acoplado al repliegue del monte. Empero, de cuando en cuando, aparecía en él, la rodadura marcada en roca viva por la llanta de miles de carros que lo habían hollado en su lento trasiego. Por supuesto, nos costó bastante llegar al grupo de las centenarias canteras. Mas al fin, en una bella hondonada de pinos, respetada por el acrecentado silencio de una montaña desolada -sierra que lleva en el plano topográfico de Elche el extraño nombre de Peligros- hallamos los callejones abandonados de las ansiadas pedreras. Confesaré que me llamaron la atención las caras perfectas de tales canteras suministradoras de la piedra arenisca de nuestro templo. Superficies lisas, cortadas limpiamente, lo cual daba a entender que nos hallábamos ante un tipo de roca que admitía ser tratada bajo la extracción por cuñas y luego retocarse con escoplo. Un trabajo de muchísimo esfuerzo, propio de hombres esforzados, capaces de poder superar el agobio de una tarea realizada entre el polvo y la crudeza del sol inclemente. Pensé entonces en el agua y en la sed de semejantes canteros. Seres perdidos allá en el silencio y extravío de estos montes. Y he aquí que mi amigo me mostró el recurso heroico para conservar el agua. Era un aljibe excavado en una laja del lecho de la barranquera. Estaba formado por cierta cubeta rectangular, cubierta con losas planas, en una de las cuales se abría el brocal, - apto para cerrarse con tapadera - cuya boca permitía sacar agua con pozal. Dicho aljibe se alimentaba por fino canalillo, abierto en la roca, regata que llevaba el agua de lluvia a una arqueta-arenero y de allí rebosaba cayendo a la poza o aljibe. ¡Qué empeño pusieron los constructores de Elche para que estas canteras cercanas funcionasen largo tiempo! Debe saber el lector que la iglesia de Santa María tardó ciento once años en construirse, siendo además una obra muy superior a la economía de aquel pueblo nuestro, cercano al final del siglo XVII. Ahora conocemos muy bien que los dibujos realizados por Nicolás de Bussi para el templo local - los cuales maravillaron al Concejo - proyectaban un edificio demasiado grande y costoso para los tres mil habitantes que estarían censados en Elche. Sin embargo, la locura de un sueño salió adelante, gracias al tesón ilicitano. Y Santa María es hoy una joya incomparable hecha para albergar el esplendor de La Festa. ¡Lo he recordado al visitar las canteras! (08/04/2007 artículo en el diario Información)

CÓMO LLEGAR: En Elche, desde el Palacio de Altamira, bajar a las laderas del río Vinalopó, se puede iniciar por ambas.
COMPONENTES: VICENTE, SUSI Y CAROL
ITINERARIO: PUENTE DE ALTAMIRA / DERECHA-CRUCE REGRESO / BARRANC DE SAN ANTÓN / CARRILADAS / BARRANC DE SANTA MARÍA / CARRILADAS / CANTERAS / CRUCE CAMÍ DE FERRIOL / EL CAU / CRUCE CAMÍ DE FERRIOL / CAMÍ DE LES VOLTES / CRUCE DE REGRESO / PUENTE DE ALTAMIRA.

LA RUTA: Todavía hay muchos ilicitanos que no conocen el Cau. Os propongo una caminata tranquila a un punto que os sorprenderá, donde Mariano Ros y su discípulo Cándido, han esculpido dando relieve en la roca caliza a los símbolos culturales, religiosos y deportivos de nuestra ciudad.

Iniciamos desde las laderas del río Vinalopó a la altura del puente de Altamira. Marchamos por arriba del cauce admirando las pinturas del Proyecto Víbora, las pasarelas del ¿valle  trenzado?, y el Convento de las Clarisas junto a una de las pocas chimeneas industriales de ladrillo que siguen en pie.

Poco antes del Pont del Bimil-lenari, donde está la cascadita de agua, hay que seguir por el camino de la derecha, y una vez traspasado el puente por debajo, subir por la derecha una rampa hasta salir del cauce del río junto a los restos de un acueducto. Continuar por la acera izquierda de la CV-86 (Vía Parque).

Pasaremos la primera rotonda que será el cruce de regreso, proseguiremos hasta la segunda rotonda y una vez rebasada, dejaremos la acera por la izquierda, por un camino incipiente que se va reafirmando y que nos transita por un gran descampado en dirección a Bona Vista.


Conectaremos con el Barranc de San Antón que siguiendo cómodamente su cauce nos pasa por debajo de los dos carriles de la autovía, girando luego a la izquierda por unos antiguos bancales hasta llegar a un terraplén con una pared de cemento, se puede subir arriba o seguir por la derecha.

Dejamos el Barranc de San Antón que se va por la derecha, nosotros seguimos por otra barranquera menos profunda y que nos conectará más adelante con el Barranc de Santa María. Vamos en ligero ascenso por un sendero que está muy remarcado por el paso de ciclistas.

Poco después, si nos fijamos en el pétreo suelo del cauce de la rambla, aparecen las primeras carriladas, profundas marcas dejadas en la piedra caliza por el paso de las carretas que transportaban los bloques de piedra para la construcción de la Basílica de Santa María en nuestra ciudad.

Los innumerables viajes cargados con el enorme peso de los bloques y la llanta metálica de las ruedas de las carretas, iban hollando surcos en el cauce calizo del barranco dejando profundas huellas, que con el paso del tiempo nos permiten recordar el esforzado trabajo de los antiguos canteros.


Tras varios recodos del barranco, en las laderas, primero a la derecha y luego a la izquierda, podemos descubrir los restos de las pequeñas canteras de donde fueron extraídos los bloques de piedra caliza. Quedan visibles las marcas que dejaron los dientes de sierra al cortarlos y los escalones formados en su extracción.

El sendero prosigue, siempre remontando con suavidad hasta salir del cauce del barranco. Luego por camino rodeamos las laderas pobladas de un bonito bosquete de pinos. Sí. En Elche también tenemos pinos. Enlazamos con otros caminos y tras una pequeña bajada conectamos con el asfaltado Camí de Ferriol.

Este será nuestro punto de regreso. Ahora, por la derecha, haremos el trayecto de ida y vuelta al Cau. Ya tenemos a la vista las antenas del Tabaiá (403 m.), en el cruce de caminos seguimos recto, hay una indicación pintada en una piedra y por camino de tierra que hace una lazada en ascenso.


El Cau (340 m.) Hoy al ser festivo está muy concurrido, las dos primeras figuras que nos reciben son religiosas: la Milagrosa y San Pascual Bailón. No todo el trabajo ha consistido en dar relieve a las figuras y pintarlas, además hay un tremendo trabajo de “urbanización de la zona”.

Han levantado muretes de piedra seca delimitando niveles, formando callejones y plazas por los que acceder a todas las esculturas; bancos y mesas de piedra para la zona de ocio, donde se puede almorzar plácidamente; plantado árboles autóctonos como el algarrobo y algún acebuche.


Nosotros preferimos tomar algo en la parte alta de la loma, donde las figuras pierden la verticalidad y están recostadas en la roca. Las vistas a la Sierra de los Peligros son preciosas. Bajamos a la senda del cazador para ver la última piedra decorada que cayó hace unas fechas de arriba de la sierra.


Comenzamos un tranquilo recorrido por todas las figuras talladas y pintadas en las paredes de la pequeña cantera. Hay símbolos ilicitanos como la Dama de Elche, el Molí Real, la Font de la Glorieta, Calendura, Cantó, el arca de la Virgen, la Mare de Deu de la Asunsió, el Cristo de Zamalea.


En otro rincón nuestros dos Patrimonios de la Humanidad, los antiguos oficios de la ciudad, alpargatero, menador, su patrón San Crispín, la dulzaina, a los ciclistas y montañeros. Hay una pequeña sala excavada en la roca, con algunos enseres y donde la gente cuelga papeles con mensajes.


También ha esculpido su retrato y el de su familia, poniendo su fecha de nacimiento y dejando sin terminar la fecha en que nos deje. Poco a poco vamos dando las últimas miradas a este singular paraje que se ha convertido en peregrinaje de senderistas, ciclistas y gente que llega en coche para visitarlo.

Deshacemos camino hasta el cruce de regreso y seguimos el Camí de Ferriol para luego enlazar con el Camí de les Revoltes, muy frecuentado por ciclistas y corredores. Más tarde se nos une el camino que viene del Tiro Olímpico junto a una gran plantación de parras ya vendimiadas.

Con el magnífico colorido otoñal de las parras llegamos a la primera rotonda de la Vía Parque y continuamos hacia el Pont del Bimil-lenari para bajar por la misma ladera que al principio de la ruta subimos, una vez en cauce del Vinalopó solo nos queda cerrar esta preciosa excursión.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 18,2 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 04:30 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 303 M. (El Cau)
ALTURA MÍNIMA: 50 M. (Cauce del Vinalopó)
DESNIVEL POSITIVO: 285 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 285 M.
DIFICULTAD: MODERADA.


AL PONOIG PER EL PASSET

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Los orígenes de Polop se remontan a la cultura íbera, como atestiguan los restos hallados en su territorio. A lo largo de su historia, Polop ha destacado por la posición estratégica como enclave militar gracias al castillo que coronaba el cerro. Conquistados los territorios del Reino de Valencia, y establecidas los límites en el tratado de Almizra, Polop quedó entre las posesiones del rey Conquistador quien, en 1268, lo cedió a doña Berenguela Alfonso, señora que, al morir sin descendencia, dejó sus tierras en posesión de la Corona nuevamente. Tras la rebelión de Al-Azraq, en 1271, Jaime I de Aragón cedía el castillo y villa de Polop a Beltrán de Belpuig. El 8 de abril de 1276, el mismo rey perdonaba a los musulmanes de Orcheta y Polop tras su rebelión, y por medio de sus señores les otorgaba las condiciones para su mantenimiento en las citadas alquerías. En 1290, Alfonso cedió al caballero Bernardo de Sarriá los castillos de "las montañas", entre los que se encontraba el de Polop. Este caballero, que tampoco tuvo descendencia legítima, legó sus posesiones al infante don Pedro de quien, por herencia, pasarían en 1355 a su hijo el infante don Alfonso de Aragón y Foix, primer conde de Denia. Juan de Aragón, conde de Denia y Duque de Gandía, hereda las posesiones y cede el castillo de Polop a Ruy Díaz de Mendoza en agradecimiento por los servicios prestados. Según algunos autores, la baronía de Polop pasaría a la familia Fajardo al casar Diego Fajardo con la hija de Ruy Díaz; otros, por el contrario, afirman que éste, en 1457, cedió el señorío de Polop que formaba baronía con los lugares de Benidorm, La Nucía, Alfaz del Pi y Chirles, a su sobrino Diego Fajardo. Por una u otra vía, lo cierto es que la familia Fajardo ostentó el señorío hasta mediados del siglo XIX, al morir la última baronesa de Polop. En 1520, los moriscos que habitaban la villa, ante el asedio de los agermanados, se refugiaron en el castillo, muriendo muchos de ellos en manos de los insurrectos al finalizar la revuelta. El decreto de expulsión de 1609 provocó un notable vacío demográfico al perder más de dos tercios de su población. En el siglo XVII se contabilizaron 91 casas (contando las de las alquerías de La Nucía y Chirles) que en 1713 ascendían a 154. El censo de Floridablanca asigna a la población 1.851 habitantes que un siglo más tarde habían quedado reducidos a 1.793. La pérdida de población continúa hasta el año 60 de nuestro siglo en que se censaron 1.286 habitantes. A partir de esa fecha se inicia una paulatina recuperación que ha llevado a los 3.636 habitantes del censo de 2006.
CÓMO LLEGAR: Por la Autopista AP-7 hasta Benidorm, salida nº 65 BENIDORM (LEVANTE) / CALLOSA D’EN SARRIÁ en la rotonda nº 1 de La Nucía tomar la salida hacia Guadalest por la CV-70. En la tercera rotonda tomar la salida hacia la Avda. del Balcó del Ponoig hasta llegar al aparcamiento del Helipuerto de Polop y zona de escalada.
COMPONENTES: VICENTE, PATRO Y SANTI.
ITINERARIO: HELIPUERTO / BARRANC DE LA CANAL / COLLADO DEL CIGARRÍ / COLLADO / PASSET-1 / PASSET-2 / PONOIG / COLLADO DEL LLAMP / COVETA DE LA MOSCARDA / CASA DE DIOS /MAS Y FONT DEL PÍ / MIRADOR / SENDA BARRANCO / HELIPUERTO.

LA RUTA:El Ponoig es un clásico entre los clásicos, pese a estar lindando con el mágico Puig Campana y medir 225 m menos, tiene un gran tirón entre los senderistas por sus paisajes y rutas de acercamiento, además de ser un paraíso para escaladores con importantes vías abiertas y una conocida ferrata.

La variante de hoy consiste en llegar a la cima por el “Passet”, una opción poco conocida y que nos llevará directamente, tras salvar pasos algo aéreos en los que hay que prestar mucha atención. La mañana está fresquita y una espesa nube encapota las montañas con un alto grado de humedad.

Iniciamos desde el helipuerto, donde unos escaladores están preparando su material y mirando al cielo por si llueve. Tomamos el sendero del Barranc de la Canal, preciosa senda entre el bosque de pinos que comienza a elevarnos con fuerza, el ambiente es fresco y con mucha humedad.

El lecho del estrecho barranco discurre entre la ladera izquierda por la que estamos subiendo, y las verticales paredes de la montaña, tan pétreas y lisas que parecen talladas a plomada. Sólo en el perfil lateral vemos como adosada una roca que asemeja la figura de un fraile.


Vamos tomando altitud con rapidez y el esfuerzo hace que nos tengamos que aligerar de alguna prenda. Hacia arriba la meta son dos grandes espolones rocosos que vemos entre los pinos, y por abajo la visión se amplía a Polop, Callosa y el Bérnia, pese a la nubosidad.

A la altura de los grandes espolones el barranco se estrecha y la distancia entre las paredes se reduce,  entre las oquedades observamos varios abrigos hechos con piedra seca por los pastores y también por los escaladores que más de una vez habrán tenido que protegerse de las inclemencias del tiempo. 

Con el desnivel superado, el barranco forma un estrecho pasillo hacia el mar, donde las vistas se extienden a las poblaciones y a la costa. Entre oscuras nubes vemos el final de la sierra de Bérnia, el Morro de Toix y el pequeño istmo del Penyal de Ifach adentrándose en el mar.


Poco a poco vamos culminando y alcanzamos el Coll del Cigarrí (930 m.) Este es un precioso otero, pero las borrascosas nubes nos impiden las panorámicas, hoy es lo que tenemos, su belleza es distinta, algo tenebrosa; el Puig Campana (1.408 m.) no se ve, ha desaparecido tapado por una densa nube.

Desde esta posición giramos hacia la derecha, dejando la senda oficial que prosigue para el Collado del Llamp. Hay otro pequeño rellano y los rastros de senda desaparecen en dirección a las paredes de la sierra. La bruma persiste y solo en el mar se atisba alguna claridad.

Atravesamos una pequeña pedrera virando un poco a la derecha, apartándonos de un grupo de carrascas, no hay que seguir de frente aunque parezca lógico, ir ladeándonos a la derecha hasta encontrar el primer hito de piedras. La nube ha mojado las rocas, guardamos los bastones para tener las manos libres.

Es un ascenso oblicuo, escalonado y pegado a las rocas, que al estar húmedas nos hace extremar la precaución asegurando cada paso. Los mojones de piedras colocados estratégicamente hacen fácil la orientación. En el primer paso volteamos una arista un poco aérea en la que utilizamos las manos.


Entre rastros de sendas vamos persiguiendo mojones, sin dejar de ascender lateralmente ceñidos a las rocas y rodeando la gran mole. Las vistas siguen siendo cortas por la niebla, pero impresionantes. Nos vamos acercando al segundo paso, algo más aéreo y expuesto que el anterior.


Lo abordamos con calma, buscando y encontrando buenos apoyos y agarres; en la parte alta se estrecha un poco pero se culmina sin dificultad. La niebla termina por invadirlo todo, y me hace pensar qué, si hemos pasado fácil, ha sido porque no veíamos dónde estábamos colgados.

Bromas aparte. Para gente sin vértigo y que no le importe apoyar las manos, es factible. Los mojones de piedras nos siguen guiando en la espesa niebla, el desnivel se atempera y el entorno es mucho más abierto. A estas alturas tendríamos que estar divisando el montículo de la cima, pero apenas vemos nada.

Cesan los mojones en este tramo, así que, GPS en mano intentamos seguir paso a paso el Track. Alcanzamos la explanada y diversos rastros de sendas nos conducen hacia farallones rocosos, a los que procuramos no acercarnos demasiado sabiendo que lindan con los precipicios.

Cima del Ponoig (1.181 m.) Es una de las cumbres más singulares de la provincia, formada por un montón de rocas con una caja metálica para notas escritas y al filo de un gran cortado abismal. Años atrás había una pequeña cruz de madera que desapareció. No tenemos buenas vistas.

Para nuestro merecido almuerzo, la fresca brisa y el ambiente húmedo nos hacen buscar cobijo en el bosquecito de carrascas que hay un poco más abajo. Privados de las majestuosas vistas al Puig Campana y al mar, nos centramos en la comida, el postre de Mary, el café y el té. Comenzamos a bajar.


Cogemos la senda del PR-CV 13 que en 1,8 km de moderado descenso llega al Collado del Llamp (977 m.). La niebla es menos contundente en esta zona y podemos entrever los peculiares Castellets de Sella (819 m.) y la tremenda muralla rocosa del Penyó Cabal (1.189 m.).

En el Coll del Llamp nos cruzamos con un nutrido grupo de gente que viene haciendo otra ruta. Nosotros seguimos bajando por la derecha hasta entrar en el impresionante Barranc de Gulapdar, con grandiosas vistas al valle de Guadalets y las inmensas paredes del Penyó Cabal.


Nos asomamos a la curiosa Coveta de la Moscarda y entramos en el tramo más vertiginoso de bajada por el barranco. Nos sorprende una perdiz en la senda, y a la que le cuesta arrancar el vuelo. El entorno es espectacular con las últimas estribaciones del Penyó Cabal y las laderas del Ponoig.


Tras varias rampas el descenso se amortigua llegando a la Casa de Dios (654 m.). Arropada por la contundente mole del Penyó (789 m.). La bonita casa pintada de azul cielo, está emplazada en un lugar privilegiado y cruce de caminos, con unas vistas embaucadoras.

Por ancha pista proseguimos el PR hasta el Mas del Pí ahora abandonado y pintarrajeado. Existe un sendero que nos lleva a la fuente y la balsa del mismo nombre. Es trayecto de ida y vuelta de algo más de un kilómetro y que dejamos para otra ocasión.


Llegamos al mirador, a los pies del Penyó, donde el ayuntamiento de Polop ha instalado unas barandas y bancos de madera para contemplar las amplías panorámicas. Tenemos buena imagen del Castellet (566 m.) coronado por las ruinas del Castillo de Al-Azraq.

Desde aquí, el piso de la pista es de cemento y el desnivel se acentúa haciendo rampas y eses en precipitado descenso. Tenemos que estar atentos puesto que a los pies del Castellet tenemos un desvío importante. En su base vemos a unos escaladores progresando en las paredes.


A unos metros de un pequeño aparcamiento, se inicia una senda a la derecha, en una piedra hay marcado un punto azul. Cansados de la pista, la senda es una delicia, nos baja lateralmente hasta el cauce del Barranc de Gulapdar que cruzamos, y hacemos una fuerte subida por la otra ladera que comienza a rodear el Ponoig.

La bonita senda nos conduce a media altura por la umbría de la pineda. Avanzamos con rapidez y obviamos algunos trazos de senda a la derecha que se dirigen a las paredes, son accesos para escaladores; bordeamos la valla metálica de una finca y cruzamos el cauce del Barranc de la Canal para llegar al Helipuerto.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 12,25 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 05:10 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.181M. (Ponoig)
ALTURA MÍNIMA: 367 M. (Barranc de Gulapdar)
DESNIVEL POSITIVO: 895 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 895 M.
DIFICULTAD: MODERADA.


AITANA PARA COLECCIONISTAS

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Las Simas de Partagat son diaclasas abiertas que delimitan bloques de grandes dimensiones (decamétrico a hectométrico de lado, con volúmenes en algún caso de más de 106 m3) que están sufriendo un desplazamiento lateral hacia la superficie libre del escarpe. Las simas de mayor tamaño tienen direcciones N140E y N55E. Se observan diversos grados de desarrollo; desde bloques con un desplazamiento incipiente hasta bloques con aberturas de 15-20 m y profundidades de varias decenas de metros. Este proceso es conocido como extensión lateral en rocas (Pasuto y Soldati, 1996). Su desarrollo está condicionado por la concurrencia de varios factores entre los que destacamos dos principales. Por una parte el macizo rocoso (calizas masivas eocenas) se encuentra afectado por varios juegos de diaclasas preexistentes, relacionadas con el plegamiento, que individualizan los bloques y controlan su morfología. Por otra parte, las margas eocenas infrayacentes actúan como un nivel de despegue que permite el desplazamiento lateral de los bloques calcáreos delimitados por las diaclasas. Debido a la estratificación masiva de las calizas y a su espesor, próximo a los 50 metros en este sector, las diaclasas alcanzan unas dimensiones espectaculares formando las Simas de Partagat. El proceso de extensión lateral es extremadamente lento como lo demuestra la existencia, en el interior de muchas de estas diaclasas, de rellenos de brechas cementadas y tapices de espeleotemas que alcanzan un espesor de varias decenas de centímetros. A pesar de la naturaleza carbonatada del macizo rocoso, los procesos kársticos de disolución juegan un papel secundario, casi inexistente, en relación con el desarrollo de estas simas. En la superficie de las fracturas es frecuente observar estrías con una destacada componente horizontal y otras de buzamiento. En algún caso puntual en el que se han observado estrías con ambas orientaciones en una misma superficie de fractura, las de buzamiento cortan a las que tienen una componente horizontal destacada. Esto es debido a que las estrías de buzamiento se asocian a los movimientos gravitacionales más recientes.

CÓMO LLEGAR: Por la Autopista AP-7 hasta Benidorm, salida nº 65 BENIDORM (LEVANTE) / CALLOSA D’EN SARRIÁ, por la CV-70 hacia La Nucia, Polop, Guadalest y Benifato. Antes de entrar al pueblo girar a la derecha por una estrecha carreterita que va a la Font de Partagat. Aparcar.
COMPONENTES: VICENTE Y PATRO.
ITINERARIO: PARTAGAT / BANCAL CEREZOS / CADENA / POZOS DE NIEVE / SUBIENDO / RODEAR ROQUEDOS / DIEDRO / CAMINO DEL MENHIR / CANCHAL DEL MENHIR / MENHIR / SUBIR CANCHAL / PLATAFORMA SUPERIOR / PASO A NIVEL SUPERIOR / BUCLE DE SUBIDA / EL ALTAR Y PEÑA ROJA / TREPADA Y FISURAS / CRUZAR SIMA / ALMORSSARET / PASSET DE LA RABOSA / SENDA FORATA / PENYA FORATA / TRINQUETE / CONEXIÓN PR / FONT DE L’ANOUER / PANORÁMICAS / SENDER BOTANIC / BANCAL CEREZOS / PARTAGAT.
LA RUTA: Aitana es bonita por los cuatro costados, pero por su interior también. Hemos hecho algunas variaciones sobre un currado Track de efegeemepara conocer a una Aitana desconocida. Sin subir a ninguna cima, vamos a recorrer su parte más agreste y derruida. Es una edición para coleccionistas.
La calificación de difícil no es por sus trepadas, que son sencillas y asequibles, si no, por su intrincado recorrido. Hay muy pocos hitos y se hace necesario estar muy pendiente del Track en el GPS, para poder acceder su parte alta,  esquivando con facilidad  el abrupto caos de las grandes moles rocosas.
Iniciamos desde la Font de Partagat, muy concurrida a estas horas. Hace un precioso día despejado y algo fresco. Seguimos por la ancha pista del PR que hace dos revueltas para situarnos arriba, en los bancales de almendros, con la mirada puesta en la grandiosidad de la Penya Alta.
El sol va iluminando diversos puntos de la montaña. Continuamos de frente, tomando altura hacia el gran paredón. Por detrás tenemos una preciosa mirada matutina a la Aixortá. Llegamos al bancal de cerezos donde se une la senda directa que viene de la fuente y comienza el Sender Botanic.
En ese punto, por la izquierda, veremos el camino de acceso a una pequeña casa cortado al paso por una cadena. Entrar, pasamos por delante de la bonita casa junto a un nogal, muy cerca del primer pozo de nieve de la Font Vella, medio derruido e invadido por exuberante vegetación.
Subimos arriba y por un pequeño bancal, se adivina una sendita a la derecha, mirando al enorme paredón de la Penya Alta, que nos dirige hacía el segundo pozo de nieve de la Font Vella, éste sin vegetación y en bastante mal estado. Entramos en una especie de canal pedregosa.
Continuar hasta que una roca grande corta el paso. Salimos de la canal subiendo por la derecha entre un gran cúmulo y desconcierto de rocas fragmentadas, dejando por la izquierda la impresionante pedrera lateral de la Penya Alta y luego, un farallón gris culminado por afiladas rocas.
Tenemos que seguir derivando a la derecha buscando una carrasca que corona la loma por debajo del farallón. Llegados a la carrasca descendemos hacia un gran roquedal en la parte baja. Es un tramo con menos obstáculos que nos permite observar al final de la pared rocosa, un espolón algo más separado.
Creemos que es el  gran “menhir”, una referencia rocosa por la que tenemos que subir. También vemos una triangular piedra en forma de pirámide con afiladas aristas. Pero aquella roca no es el Menhir. Comenzamos a virar hacia las paredes, entre un singular y agreste desbarajuste de rocas.
A medida que nos vamos acercando a las paredes empezamos a distinguir entre la barrera rocosa, un alto peñasco de punta cuadrada y roma que queda algo separado. El Track indica que esa es nuestra próxima referencia, el gran Menhir. Es bueno tener imaginación para las referencias.
El caos de rocas nos da la sensación de una montaña que se desmorona y se autodestruye, pero según los estudios geológicos, son desplazamientos laterales, y sus Simas pueden tener una edad del eoceno, más o menos 50 millones de años, o sea, que no se empezaron a romper ayer.
Este entorno umbroso, en donde predomina el gris casi metálico de las rocas, es un paisaje brutal, carente de tierra, donde solo algunas bojas y matorral bajo de hoja caduca logra enraizar además de las pequeñas hiedras, que adheridas a las rocas absorben su humedad.
Encaramos la subida a la gran muralla rocosa por la derecha del Menhir, donde tiene un angosto e inclinado pasillo cubierto por una torrentera de pedruscos de todos los tamaños. Al principio es mejor hacerlo hacia la izquierda buscando las piedras grandes que son más estables.
A medida que vamos subiendo en Menhir cambia de fisonomía, al principio parecía la cabeza de un oso, luego se distorsiona y le aparece por detrás una afilada y puntiaguda aguja. También le ha crecido un gracioso peluquín de matorral. Seguir subiendo hasta la parte alta.
Ahora para subir a la plataforma superior hay que hacer un bucle, es algo difícil de explicar, todo es intuitivo. GPS  en mano, se rodea una gran peña por su izquierda casi 180º, hasta que tenemos enfrente una peña de color rojo. Estamos en el nivel superior, por encima del Menhir y vemos una cresta zigzagueante.
Debemos dirigirnos hacia una peña roja, que a la izquierda parece taponada por un derrumbe de rocas. Hay que hacer una pequeña trepada para subir a lo alto, a un diminuto recinto apartado y místico. Ahora hay que pasar por la grieta o trepar por la roca lateral. Todo es sencillo.
Un último esfuerzo y estamos arriba. Objetivo cumplido. Tras un pequeño desconcierto logramos situarnos: Estamos al nivel de las Simas de Partagat, pero en el otro lado. Impresionante. Estamos alucinados, es una zona con preciosas perspectivas, digna de recorrer.
Tenemos que salvar el último escoyo, cruzar la gran Sima para llegar al otro lado. Aunque suene a escabroso es fácil de realizar. A unos pasos de donde hemos salido, comienza la gran Sima, y su inicio está taponado por enormes peñascos y rocas dejándola a un nivel muy asequible.
Bajamos entre las grandes piedras y admiramos la Sima desde su interior, donde comienza el vertical desplome y su serpenteante recorrido. Hacemos preciosas fotos y buscamos la subida en el otro costado, por un estrecho pasillo entre dos erguidas losas. Desde hoy podremos mostrar la otra parte de las Simas.
Almorzamos opíparamente en el césped. Al ser una subida directa se hace rápidamente, no iremos a la cima pero la alargaremos subiendo a la Penya Forata, que Patro hace tiempo que ha subido. Al estar en el paso de los que vienen y van, conversamos con todos. Hace un magnifico día.
Iniciamos el regreso por el Pas de la Rabosa, por la senda del PR. Al tomar altura antes de llegar, tenemos una panorámica de la Penya Alta (1.505 m.), el inicio de la gran Sima y el rinconcito por donde hemos subido. Después, por delante, la clásica estampa de la Penya Forata.
Cruzamos por la rendija del Pas de la Rabosa y cambia el paisaje, Guadalest y la Aixortá están a la vista. Descendemos tranquilamente el grandioso pedregal. El Track que traemos propone un pequeño recorrido que ellos han dado en llamar el “Trinquete”  y al que iremos en bajar.
Una vez en la senda, a pocos pasos, se distingue otra senda que asciende en diagonal por la izquierda, no está muy definida, se pierde y vuelve, pero se intuye. Hay que seguirla con cuidado para no resbalar, llegados al pétreo rellano el suelo es firme y no hay problema.
De frente tenemos el Forat de la Penya Forata. Un agujero con forma de círculo casi perfecto, de unos cuatro metros de diámetro y que  atraviesa la roca de parte a parte. Estamos dentro del símbolo de la Sierra de Aitana. Por el otro lado hay una vía que tras una trepada expuesta se llega cerca de la cima.
Al bajar, seguimos de frente sin senda, solo algún trazo y atentos al GPS. Comenzamos a ver algunos mojones. Está situado en tierra de nadie, entre la muralla de frontal y el Clot de Forata V (pozo de nieve). Son pasadizos entre rocas, donde se pueden realizar trepadas y destrepadas sencillas.
Decidimos dejar el “Trinquete”, después del recorrido disfrutado esta mañana se nos queda algo pequeño. Desde el derruido pozo de nieve, trazamos una diagonal sin senda bajando hasta alcanzar el trazado del Sender Botánic de la Rabosa, que proseguimos por la derecha.
Llegamos a la Font de l’Anouer y su transparente balsa de agua. La bajada se acelera y comenzamos a tener extensas vistas a la  Mallada del Llop, la Aixortá y al Penyó Rapel (1.209 m.) que con su espectacular desplome nos acompañará durante un largo trecho.
Tras rebasarlo cambia su fisonomía dando paso a unas paredes rojas y planas. El Bérnia aparece nítido en el horizonte y por la derecha empieza el espectacular desfile de los paredones de la umbría de Aitana, por los que esta mañana hemos discurrido entre su caótico mar de pedruscos.
Cerramos el círculo al principio de Sender Botánic, y en el bancal de cerezos giramos a la izquierda, por una senda que ataja cerca de una casa de campo hasta la Font de Partagat finalizando la ruta. Incomparable y singular recorrido, con una visión distinta de una Aitana, brutal y bella.
VER RUTA EN WIKILOC:
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: SI. (Font de Partagat y Font de l’Anouer)
DISTANCIA: 7,3 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 04:00 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.488 M. (Simes de Partagat)
ALTURA MÍNIMA: 1.027 M. (Font de Partagat)
DESNIVEL POSITIVO: 645 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 645 M.

DIFICULTAD:DIFÍCIL.

LA PENYA MIGJORN DESDE TIBI

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No es posible dar una fecha exacta de la fundación de Tibi, que en latín significa «para ti», pero ya existía en épocas anteriores a la dominación romana, porque siendo España Provincia del Imperio Romano, el Gobernador encargado de la administración de esta región, creyó conveniente mantener la huerta de Alicante con el riego del agua procedente de la actual Foia de Castalla, pero como en ella había cuatro poblaciones que eran habitadas por muchos vecinos, y usaban esta agua para sus cultivos, no se realizaron cambios. Durante época musulmana estuvo gobernada por varios reyes, y es cuando se construyó el Castillo cuyas ruinas existen en la localidad. El pueblo perteneció hasta el año 1240, al Rey almohade Zayt-Abu-Zayt, y fue conquistado por Jaime I de Aragón. En el año 1244, según el Tratado de Almizra, celebrado entre Alfonso X y Jaime I, se trazo una línea que servía de frontera entre la Corona de Aragón y la Corona de Castilla, que partía de Biar y pasaba por Tibi y Busot hasta el mar. Don Jaime I de Aragón entregó la Villa a Don Pedro Sancho de Lienda y a su esposa Ixonis de Soler, que tomaron posesión de un pueblo compuesto por 150 casas de cristianos viejos, es decir, familias que mantuvieron y transmitieron su fe cristiana durante los 700 años que duró la dominación islámica. El Caballero Conservador o Alcaide del Castillo fue Don Alfonso Soler. El señorío de la Villa de Tibi y su Castillo tuvo sucesivos señores hasta que a mediados del siglo XV pasó a manos del Marqués de Villena, señor feudal de todo  el territorio desde Jumilla a Villena y desde Belmonte hasta Tibi. Posteriormente, a principios del siglo XVIII el señorío pasó al Marqués de Dos Aguas hasta su extinción en 1717. Un hecho clave en la historia de Tibi es la Guerra de Sucesión que enfrento, tras la muerte de Carlos II, Rey de España, a Don Felipe de Borbón, nieto de Luis XIV de Francia y al Archiduque Carlos de Austria, hijo del Emperador Leopoldo de Alemania, nieto de Felipe II. España se dividió en dos bandos, defendiendo unos al Borbón y los otros al Archiduque, Tibi, con las demás poblaciones de su Hoya, se mostró siempre acérrima partidaria y defensora de Don Felipe de Borbón. Asegurado en el trono de España, el Rey Felipe V, se concedieron muchas mercedes y recompensas a los pueblos que le habían sido fieles.
CÓMO LLEGAR: Por la AP-7 dirección Valencia, salida en la nº 691 SAN VICENTE DEL RASPEIG-ALCOY, continuar dirección Alcoy hasta tomar la salida hacia TIBI, por la CV-810, cruzar el pueblo para tomara por la derecha, la carreterita asfaltada que lleva a los depósitos de agua, aparcar junto al primero.
COMPONENTES: VICENTE Y SANTI.
ITINERARIO: DEPÓSITO DE AGUA / CAMINO DCHA. / SENDA DCHA. / PISTA DCHA. / CORDAL / CABEZO REDONDO / ALTO / COLLADO DEL CLOT / POSTE 1 / POSTE 2 / PENYA MIGJORN / COLLADO DEL CLOT / DESVÍO A CHOZOS / CHOZO 1 / CHOZO 2 / CORRAL / CHOZO 3 / DEPÓSITO DE AGUA.

LA RUTA: Hacía muchos años que no volvía a Tibi para subir a la Pena Migjorn. Tiempos en que los senderos no estaban homologados, ni marcados, pero existían. Cuando las referencias eran un árbol, un peñasco o los inefables hitos de piedras, que a nuestro paso cuidábamos que siempre fueran visibles.

Iniciamos desde el primer depósito por la pista asfaltada que sube al segundo depósito, dejándola al poco para coger por la derecha un trillado camino de tierra cerrado al paso de vehículos por una cadena, y que en moderado ascenso nos lleva por la vertiente del Barranco de Alt.


Todavía podemos ver la luna llena de esta noche pasada colgada en lo alto. Tenemos la primera vista nítida de la Penya Migjorn que va quedando a nuestra derecha. Poco después dejamos el camino por un sendero a la derecha, siempre siguiendo del cauce del Barranco de Alt.

El sendero enfila las continuas lomas, la siguiente más elevada que la anterior, y  ambas laderas surcadas por infinitas terrazas abancaladas con muros de piedra seca, la mayoría de ellas todas en desuso y abandono. Pero  no deja de ser curioso, que antaño fueran tierras fértiles de secano.


Tibi va quedando atrás hundido en el diminuto valle protegido por el grandioso Maigmó, y por delante la Penya Roja o Migjorn sigue muy lejana. Cerca del barranco vemos uno de los chozos que salpican estas laderas, construidos en piedra seca servían de refugio a los pastores de la zona.


Al tomar altura vemos como las nubes bajas y una espesa bruma inundan el valle y en las sierras del Maigmó y la Penya Migjorn nubes procedentes del mar se enganchan en las cimas. Es una subida constante, sin tregua y sin tomar aparentemente, dirección a nuestro destino.

La orientación del viento cambia y se nota el frescor, las nubes chocan contra las paredes de la sierra y se deshilachan; en el Maigmó se forma un espeso mar de nubes. Enlazamos con la pista de tierra que viene desde la Martina. Proseguimos por la derecha dándonos un respiro en  la subida.

Dejamos la pista que se va por la izquierda y seguimos recto subiendo por el cordal de la loma al Cabezo Redondo, para luego, hacer una vertiginosa bajada por una senda pedregosa que los ciclistas y las motos han dejado destartalada y en un estado lamentable.

Tras el intenso descenso, donde prevalece más la técnica que la precaución, viene una moderada subida a otra loma sin nombre, y la consiguiente bajada algo más reprimida que la anterior, para con poco desnivel acercarnos al Collado del Clot, donde se cierra el círculo de la ruta, el itinerario hasta la cumbre es de ida y vuelta.


Tomamos dirección a las paredes para luego separarnos de ellas y tener una larga perspectiva del fuerte desnivel que nos queda hasta la cumbre, todo ello, enmarañado con girones de nubes deshechas al chocar contra las paredes. Alcanzamos el cruce de senderos balizado con un poste.


Es este un duro tramo con fuerte inclinación, que se patea muy bien al ser un suelo firme y pétreo. Llegamos a un segundo poste balizado del PR-CV 212, que nada tiene que ver con nuestra ruta, en el cruce, una paleta indica hacia Xixona y la otra a la Cova els Corrals.


Ascendemos un poco más tomando el cordal de la sierra, que entre un bosquecillo de carrascas nos dirige al punto geodésico, al que distinguimos en la bruma. Cima de la Penya Migjorn (1.226 m.) Lástima que las persistentes nubes  y bruma, nos impidan contemplar el paisaje.


Buscamos un lugar resguardado para nuestro almuerzo. El viento mueve las nubes pero apenas nos deja un resquicio para alguna foto. Emprendemos el regreso por el mismo sitio de subida. Es una bajada rápida y limpia hasta llegar al primer poste informativo de esta mañana.

Después, el tramo junto a las paredes y los acantilados, desde donde tenemos una vista muy nítida de Tibi ahora sin nubes, para luego arribar al Collado del Clot, y en el trecho siguiente, girar a la izquierda, hay un mojón poco visible por el matorral bajo que indica la nueva senda.


Poco a poco se va reafirmando y nos cabalga por el redondeado lomo de las alargadas colinas en dirección al valle. Están desprovistas de vegetación arbórea, tan solo algún pino de vez en cuando. En las miradas hacia arriba, vemos las rojas paredes de la Penya Migjorn quedarse atrás.

Hay que estar atentos a un desvío a la derecha marcado en el Track y que nosotros nos hemos pasado. En estos casos siempre es mejor volver atrás,  hemos querido arreglarlo cruzando una rambla y haciendo un bucle para recuperar la línea del nuevo trazado, pero no deja de ser una chapuza.


Este cambio de sentido está concebido para visitar varios de los chozos de piedra seca utilizados por los pastores. No hay un sendero definido y se transita por las antiguas terrazas de cultivo hoy en día invadidas por el matorral, al estar escalonadas es difícil saber cuál es el trazo correcto.


Situados en el primer chozo nos cuesta encontrar el segundo, bajando y subiendo por las incomodas, por su altura, terrazas de piedra seca. Desde éste último ya tenemos el trazado muy claro y llegamos a una especie de corral sin techumbre donde resguardaban al ganado.


También encontramos, esto es más reciente, un puesto de caza construido en piedra seca, y muy cerca, un pequeño cúmulo de piedras donde sitúan el reclamo para atraer a las perdices. Avistamos el último de los chozosque tenemos como referencia, en lo alto de una colina.

Estamos metidos en el centro neurálgico de las terrazas abancaladas, es impresionante el trabajo realizado por los moriscos arrebatándole palmo a palmo la tierra a las laderas de todas las ramblas y barrancos. Una vez expulsados del país, pocos volvieron a trabajarlas y sacarle rendimiento.

Desde la colina tenemos al alcance de la mano el pueblo de Tibi y los depósitos de agua, donde cerraremos la ruta. El sendero nos lleva hasta el Barranco de Alt que esta mañana nos acompañó, y que una vez vadeado concluimos. Ha sido un bonito recorrido con un fuerte desnivel físico (800 m.) pero asequible.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 11,2 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 04:55 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.226 M. (Penya Migjorn)
ALTURA MÍNIMA: 595 M. (Depósito de agua)
DESNIVEL POSITIVO: 797 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 797 M.
DIFICULTAD: MODERADO.


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